La periodista pionera del aborto Merle Hoffman convocaba una rueda de prensa en el Club de la Prensa Nacional esta semana para anunciar los resultados de un alarmante estudio nuevo que encargó:
El número de abortos se ha desbocado desde el colapso económico, advierte, mientras casi las tres cuartas partes de las mujeres que ponen fin a su embarazo dicen simplemente no poder permitirse tener un hijo. Hoffman ampliaba estas tendencias a pronósticos de «un futuro pesimista» para las mujeres si los Republicanos se hacen con la Casa Blanca: un mundo de «estados esclavos» del aborto y de «abortos clandestinos» y de «realidad anterior a la sentencia judicial del aborto».
Esta histeria reviste un único problema: los datos del estudio que presenta ella están sacados de 2008 — antes de sentirse el impacto de la recesión. Las precipitadas conclusiones proceden, más bien, de «crónicas periodísticas» en la misma medida que de estudios relativos a la propia clínica de Hoffman en Nueva York — donde, admitía ella al rato, el número de abortos lleva los dos últimos años siendo «bastante estable».
¿Estadísticas dudosas? ¿Convocar una rueda de prensa para informar a la prensa de conclusiones obtenidas leyendo la prensa? Esto sólo puede significar una cosa: es la semana del aborto en la capital.
El circo anual que se monta en Washington alrededor del aniversario el 22 de enero de la sentencia del caso Roe contra Wade (¡felices 39, Roe!) se vuelve más teatral a cada repetición. A medida que tecnología y legislación estatal hacen progresivamente menos importante la sentencia histórica, las celebraciones anuales del aniversario van evolucionando hasta ser espectáculos totalmente carentes de realidad no tan relacionados con el aborto como con recaudar dinero para colectivos de activistas de ambos frentes.
Las grotescas fotografías de fetos y los tipos disfrazados de la parca saldrán a la calle, como es costumbre, con motivo de la «Marcha por la Vida» el lunes que, según los organizadores, «seguirá su trazado usual». La Conferencia Episcopal Estadounidense, contraprogramando la marcha, tiene prevista el domingo una Vigilia Nacional de Oración. Para no quedarse atrás, la Archidiócesis de Washington tiene programadas el lunes unas «Convivencias Juveniles por la Vida», que no hay que confundir con la propia «Marcha Juvenil» de los organizadores de la marcha original prevista el sábado. La «Cena de la Rosa» (entradas en la puerta a 100 dólares) se celebra la noche del lunes («Done ahora» reza la cabecera de la página web de la marcha).
El colectivo Operación Rescate va a participar en un acto de Estudiantes en Defensa de la Vida, colectivo de la Conferencia Juvenil Nacional de América en North Bethesda, Maryland, el domingo, aunque tendrá problemas de agenda con la Concentración Juvenil de la Iglesia Episcopal por la Vida prevista en Washington. El secretario de Estadounidenses Unidos en Defensa de la Vida ofrecerá un desayuno a la prensa el viernes, y el Consejo de Investigaciones de la Familia organiza «la primera conferencia de la comunidad virtual antiabortista» el lunes («¡Done ya!»).
Al otro extremo, la Organización Nacional para la Mujer va a celebrar el lunes su Vigilia del Supremo. NARAL Pro-Choice America ha convocado el 22 de enero la jornada «Bloguea en Defensa del Aborto», y ha programado su «39 Cena de Aniversario de la Sentencia Roe contra Wade» el 26 de enero. Si compra una «mesa familiar» en la cena por unos 15.000 machacantes, podrá escuchar a Susie Essman, la comediante del «Curb Your Enthusiasm» famosa por «sus hilarantes monólogos de sarcasmo crítico e insultos sin inhibiciones».
Es un insulto sin inhibiciones que los agitadores profesionales a favor y en contra del aborto pueden escuchar gratuitamente. Si estos grupos se interesaran tanto por la cuestión como dicen interesarse — y no tuvieran incentivos económicos tan contundentes para evitar el consenso y el compromiso — cancelarían el circo y se pondrían a trabajar en algo en lo que todos están de acuerdo sería interesante: reducir el número de embarazos no deseados.
Si los activistas contrarios al aborto quisieran realmente menos abortos, dejarían de poner obstáculos a la píldora y se asegurarían de que se proporcionara de forma económica como atención primaria sin obstáculos de «capítulos de conciencia» en las legislaciones. Al oponerse a las medidas fáciles de control de la natalidad, y al oponerse a la educación sexual integral, elevan esencialmente el número de abortos.Si los participantes de las concentraciones a favor del aborto quisieran preservar realmente el aborto legal, harían mejor en prescindir de las advertencias catastrofistas relativas a la sentencia judicial y reconocer que la otra parte — como la mayoría de los estadounidenses — alberga motivos de preocupación genuinos. No todo compromiso significa una puerta abierta a la casa del vecino.
Pero no es momento para la razón; es momento de recaudar donaciones. En el Club de la Prensa, la abortista Hoffman realizaba una encendida defensa de su propio aborto («Me había consagrado a mi carrera» y no quería «desviarme»), acompañada de crudas advertencias del futuro del aborto legal («ataques incesantes… va a ser imposible»). Hoffman equiparaba su defensa del procedimiento quirúrgico con las 95 tesis de Martín Lutero. «El aborto es un acto de afirmación de la vida», decía, y «el aborto es con frecuencia la decisión más moral».
El aborto como decisión «más moral» y «afirmadora de la vida». Se empieza a notar que es la semana del aniversario del fallo del aborto en Washington.
Dana Milbank