lunes, noviembre 25, 2024
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Las charadas de la deuda pública en la cámara baja

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Los legisladores se fueron a casa por Navidad y recibieron la arenga de los electores a cuenta de su pueril comportamiento en Washington.

Así que en su primera gran intervención de 2012, los congresistas Republicanos retomaron exactamente donde lo dejaron: protagonizaron un debate teatral en el que simularon disponerse a negar permiso para elevar el límite de endeudamiento del gobierno al Presidente Obama.

El guión llevaba claro desde el pasado verano, cuando 174 congresistas Republicanos votaron a favor de un acuerdo presupuestario que garantiza que el límite de la deuda seguirá subiendo este ejercicio a menos que las dos terceras partes de la cámara baja y el Senado voten lo contrario, un imposible a nivel práctico.

Pero eso no impidió a muchos de esos mismos 174 Republicanos comparecer en el pleno la tarde del miércoles para votar a favor de una resolución «que desaprueba» la misma subida del techo de la deuda a la que ya habían dado sus bendiciones. Fue un engaño modélico: decir lo contrario a lo que tenían garantizado entraría en vigor.

«Mi resolución en este pleno traslada un mensaje de que el endeudamiento constante a costa de nuestros hijos, de nuestros nietos, tiene que acabar», afirmaba el congresista de Nueva York Tom Reed, uno de los 174 Republicanos que el pasado verano votó a favor de permitir el endeudamiento.

«Durante mi paso por el Congreso, he votado en nueve ocasiones en contra de subir el techo de la deuda, por no estar condicionado a algún mecanismo de control del gasto. Esto es otra forma de decir que no», afirmaba el congresista Republicano de Illinois Don Manzullo, que el año pasado dijo sí a la subida en contra de la que votaba el miércoles.

«Si no hacemos algo, la prosperidad estadounidense se ahogará en deudas», decía el congresista de Pennsylvania Michael Fitzpatrick, otro de los 174 Republicanos que había dado el visto bueno al ahogamiento.

«La cultura de Washington ha de reformarse desde cero», atronaba el congresista Republicano de Illinois Adam Kinzinger, en oposición a la subida del techo de la deuda que el pasado verano había consentido. «El futuro de nuestro país depende de ello».

En realidad, si hay que reformar la cultura de Washington, un buen lugar para empezar sería que Kinzinger y sus colegas fueran más honestos en sus engaños.

El papelón de pedir cuentas a los Republicanos por su comportamiento traicionero fue defendido el miércoles por uno de los suyos, el conservador congresista de Arizona Jeff Flake, que a diferencia de la mayoría de sus colegas fue perfectamente consistente: se opuso a la subida del techo de la deuda el año pasado, y el miércoles siguió oponiéndose.

«Esta votación ha sido declarada una charada», decía Flake en el pleno. «Es cierto. Lo es. Afrontémoslo».

Flake, uno de los pocos adultos del pleno, no había acabado con sus colegas Republicanos. «Me parece que tenemos que admitir que incluso si el Senado hubiera tramitado los presupuestos aprobados por la cámara baja, los llamados presupuestos Ryan, todavía tendríamos que subir el techo de la deuda», le recordaba. «No me parece que nadie cuestione eso. Vamos a tener que subir el techo de la deuda una y otra vez».

Entonces Flake hizo algo verdaderamente herético: recordó a los Republicanos que «íbamos camino de este barranco mucho antes de que el presidente se hiciera con el control del vehículo».

Lo que dijo Flake es patentemente cierto: ambas formaciones crearon el caos de la deuda pública, y para corregir el problema, ambas tienen que ser honestas. En lugar de ser sinceras, sin embargo, los congresistas Republicanos protagonizaban un espectáculo para poder decir a los votantes que se oponen a la misma subida del techo que habían aprobado.

«Nunca debimos de haber aprobado la Ley de Control Presupuestario como la aprobamos», decía el congresista Republicano de Indiana Dan Burton, que el pasado verano votó en contra. Como resultado, decía, Obama «está subiendo el techo de la deuda sin que podamos hacer nada al respecto. «Cometimos un gran error».

A lo mejor cometieron un gran error. O a lo mejor hicieron lo correcto el año pasado para llegar a un acuerdo que impide que el gobierno federal se declare en quiebra.

Reed, líder de la formación Republicana en la sesión del miércoles, quería estar en misa y repicando. «Es muy importante, en mi opinión, para el futuro de este país, el futuro del mundo», afirmaba, con una urgencia que brillaba por su ausencia aparentemente el pasado verano. «La deuda nacional constituye una grave amenaza a nuestra existencia misma como nación estadounidense».

Reed y 232 colegas Republicanos votaron entonces a favor de «rechazar» la subida del techo de la deuda, lejos de la mayoría de calidad de los dos tercios necesaria para superar el veto presidencial. La primera sesión de la Cámara en 2012 ha sido totalmente insustancial, cosa que era justamente la intención.

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Dana Milbank

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