Nicolás Sarkozy, presidente de Francia, se atreve y planta cara a determinados poderes financieros anunciando que va a implantar un impuesto a las transacciones de capitales virtuales (la llamada «tasa Tobin»). Pagarán un 0,1 por ciento por cada operación. Consciente del riesgo para la economía francesa del cambio de sede que podrían decidir algunas corporaciones (lo que en su argot los economistas denominan: «deslocalización»), el mandatario francés asegura haber encontrado una fórmula para evitar o compensar semejante eventualidad. Francia se encuentra en trance de campaña electoral y el candidato del Partido Socialista, François Holland, también se ha declarado partidario de aplicar el mencionado impuesto como medida capaz de «enfriar» o atemperar el desquiciado mundo de las inversiones «on line» que se basan en papel. Papel que representa valores puramente teóricos, sin contrapartida en servicios financieros o productos tangibles (materias primas, alimentos, transportes etc.), que sí tienen su sitio y su lógica en los mercados de divisas.
En el origen de la crisis económica mundial está el abuso de las finanzas virtuales que tanto respaldo encuentra entre algunos economistas y propagandistas asociados a la idea de que solo el mercado es capaz de corregir sus propios despropósitos. Entre economistas ultraliberales y políticos como David Cameron que defiende un modelo de capitalismo sin fusibles, que, por cierto, tiene su principal sede de operaciones en la «City» londinense. Visto que cuando ese tipo de practicas especulativas delirantes hunden bancos y empresas, las corporaciones dañadas piden ayuda al Estado, Sarkozy, que no es precisamente trotskista, piensa que se puede y se debe intervenir para enfriar la deriva que a punto ha estado de hundir la economía europea. Tengo para mí que es solo cuestión de tiempo que Rajoy siga el mismo camino. Hará bien.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Fermín Bocos