Los notarios están de enhorabuena con el proyecto del ministro de Justicia para que puedan «celebrar» bodas y sellar divorcios. Y es que la crisis también ha llegado a las notarías, de manera que para los notarios va a suponer un buen ingreso de dinero el poder casar y divorciar.
En principio, la idea puede parecer atractiva incluso si nos creemos el argumento del ministro Ruíz Gallardón de que así descarga de trabajo a los juzgados. Pero a mí me parece que esta propuesta del ministro nos debería cuanto menos inquietar, porque supone privatizar la Justicia. Que usted tiene dinero, no tiene problema, paga al notario y ya está divorciado, que no lo tiene ¡ay! se tiene que aguantar y ponerse en la cola a esperar que le toque.
Los populares en su afán privatizador pueden llegar muy lejos, tanto como en Estados Unidos en que hay cárceles privadas. Ruíz Gallardón quiere empezar privatizando bodas y divorcios y puede terminar privatizando cualquier otra cosa que se le ocurra por aquello de rebajar el trabajo de los jueces.
Pero los jueces están para lo que están y si tienen mucho trabajo lo que habrá que hacer es habilitar medios materiales y humanos. La verdad es que no entiendo el entusiasmo de la Asociación Profesional de la Magistratura por ceder a los notarios la responsabilidad de casar y divorciar.
El liberalismo llevado a sus últimos extremos acaba adelgazando de tal manera el Estado y sus instituciones que al final los ciudadanos quedan en manos de organizaciones cuyo fin último es ganar dinero más que dar un servicio público. Lo vemos en los hospitales gestionados por capital privado.
En mi opinión hay líneas rojas que no se deberían de traspasar, y sobre todo los ciudadanos deberíamos de estar muy atentos a no caer entusiasmados en trampas como la de esta privatización encubierta de la Justicia. Algunos pueden saludar la iniciativa de Ruiz Gallardón creyendo que no tiene importancia que el notario te divorcie si es un divorcio sin problemas y de mútuo acuerdo. Pero pensemos en la puerta que se abre con esta iniciativa.
Si hoy estamos padeciendo una crisis económica tan tremenda es, entre otras cosas, porque en los últimos años se instalaron las ideas de que el mercado no necesita ningún control ni intervención del Estado porque el mercado se regula solo. La realidad es que esa idea ha resultado ser una gran mentira y ha provocado una crisis que nos ha dejado temblando. Dirán ustedes que lo mezclo todo, pero es que en esto del liberalismo llevado a los extremos todo se mezcla y a mí, insisto, me parece harto peligroso e inquietante que se saque de los juzgados asuntos que hasta ahora necesitaban el concurso del juez. Los notarios, sin duda, se frotan las manos porque privatizar ese tramo de la Justicia les supone un buen negocio, pero la realidad es que si se culmina la propuesta del ministro supondrá dejar en el empeño un jirón del Estado de Derecho tal y como lo conocemos.
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Julia Navarro