A estas alturas, una palabra dicha sobre el caso del juez Garzón es una palabra de más. No sólo ha sido juzgado sino que todos hemos emitido ya un juicio sobre lo juzgado. Prevaricador para los miembros de la Sala del Supremo que le han condenado; culpable para la pléyade de enemigos cosechados a lo largo de sus veintitantos años en la Audiencia Nacional o inocente, víctima de una Justicia que todavía padece adherencias franquistas según el decir desde la distancia (y la ignorancia ) por el New York Times.
Unos y otros saben que el caso por el que ha sido juzgado y condenado -las escuchas a los abogados del «caso Gürtel»- no tiene relación con el sumario de los crímenes del franquismo. En aquél, pendiente todavía de sentencia, ha sido juzgado por presunta extralimitación en sus competencias.
Pero, en la España de las ‘dos Españas’, ¿hay alguien que tenga tiempo para leer o escuchar antes de emitir una opinión o un juicio? Tengo para mí que pocos. Pocos, porque es sabido que es más fácil creer que saber; admitir que una cosa son las convicciones y otra las evidencias. Es verdad que resulta chocante hasta la paradoja que un juez pueda ser juzgado antes de que pasen por el banquillo los delincuentes (presuntos) sobre cuyas andanzas instruía un sumario.
Pero también resulta chusco que, puestos a interpretar el ‘caso Garzón’ desde el lado más favorable para el magistrado ahora inhabilitado haya quienes, sin cortarse, un pelo digan que ha sido condenado por haber intentado hacer justicia. Hacer justicia, pero sin tener en cuenta la ley, como declara probado la sentencia. Tras más de veinte años de toga y puñetas, Garzón , mejor que otros, sabe que nadie está por encima de la ley. Ni siquiera para hacer justicia. Obvio resulta decir que con estas líneas no aspiro a convencer ni a los que ya sabían que Garzón era culpable antes incluso de que hubiera ordenado las escuchas por las que ha sido inhabilitado, ni a quienes, también, antes del juicio, estaban seguros de que Garzón sería condenado por ser el único que se había atrevido a investigar la corrupción. Ya digo, a estas alturas de la película, cualquier palabra sobre el caso, es una palabra de más.
Estrella Digital respeta y promueve la libertad de prensa y de expresión. Las opiniones de los columnistas son libres y propias y no tienen que ser necesariamente compartidas por la línea editorial del periódico.
Fermín Bocos