lunes, noviembre 25, 2024
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El gazpacho sevillano

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No todas las elecciones primarias tienen efectos secundarios, pero las que celebró el PSOE andaluz han provocado, como suele ser habitual en algunos fármacos, vómitos, mareos, estreñimiento en unos casos e incluso diarreas en otros, y alteración del sueño. En caso de intoxicación lo mejor es acudir al médico, pero aquí el médico es una gestora que nombra el comité que ha provocado los efectos secundarios que produce el preparado, y esa es la razón por la que el señor Viera se haya marchado a su casa.

Claro que echarle la culpa de los efectos secundarios a las primarias sería injusto, porque la etiología de la enfermedad, sus primeros síntomas, provienen cuando Chaves se lleva a Zarrías a Madrid y deja como capataz del  cortijo a su amigo Griñán. Lo del cortijo no es una metáfora, sino la conclusión del análisis marxista de la realidad. Si la moral dominante es la de la clase dominante, los gerifaltes del socialismo andaluz, poco a poco, sin apenas darse cuenta, concluyeron por comportarse con ese desparpajo, con ese tronío para las dádivas, con esa elegancia del señorito andaluz de toda la vida. Y, de repente, el capataz, o sea Griñán, comenzó a actuar por su cuenta, sin obedecer las órdenes de los señoritos que habían cambiado su domicilio por el de Madrid, y, más aún, optó por Chacón en las primarias.

El problema es insoluble, pero no porque no se puedan apaciguar las rivalidades, sino porque, ahora mismo, ir el noveno por Sevilla o el quinto por Cádiz, supone el peligro de quedarse fuera, no del gobierno andaluz, que eso muchos dan ya por descartado, sino quedar incluso apartado del sueldo de parlamentario autonómico. Y, eso, es entrar de lleno en la ideología, o al menos en la idea pragmática que algunos tienen de la política: entrar en las Juventudes Socialistas, hacer carrera, y no tener que presentarse nunca a una entrevista de trabajo.
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Luis del Val

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