Les presento un nuevo relato de un lector de estas Memorias de un Libertino. Nos lo remite una persona que se llama ‘Sueño’, al que agradezco, sinceramente, su colaboración por lo que significa de enriquecimiento de la sección. Espero que lo disfruten.
Hidratación total
Allí estaba ella. Tumbada sobre la cama, boca abajo, esperando una aplicación de crema hidratante. En no pocas ocasiones, éste es el preámbulo del sexo y, como de costumbre, me desnudé yo también, para iniciar la faena.
El tacto de una piel suave y lubricada por la crema resulta extraordinariamente sensual, una vez se supera la primera sensación de frío y el cuerpo se deja llevar. La espalda, las nalgas, las piernas… cada centímetro de piel se vuelve más receptivo al contacto de las manos que trabajan lentamente. Las pantorrillas y los pies, en ángulo recto respecto a la cama, ofrecen un paraíso de sensaciones fálicas, de dimensiones descomunales, cuando reciben un masaje desde las rodillas hasta los dedos. Ni que decir tiene que llegados a este punto, mi erección ya era más que notable y que un brillo húmedo afloraba por la punta de mi pene, a punto de iniciar una especie de estalactita preseminal, condenada a buscar donde alojarse.
El masaje avanzaba paralelo al deseo, hasta que la cara interna de los muslos ofreció un escenario pecaminoso y absolutamente acogedor. Recorrer con las manos el interior de la entrepierna, dejando entre ellas unos labios ya brillantes produjo un sinfín de sensaciones nuevas, especialmente estimulantes para ambos. Poco a poco, la distancia entre los dedos se redujo, para dar paso a la caricia del clítoris, ya de manera evidente e irreversible.
Ella seguía tumbada, sin moverse, ya muy lejos, viajando en sus fantasías o en sus recuerdos, cada vez más excitada y receptiva. Mis dedos, empapados de crema y vicio, se abrían paso entre su sexo, cada vez más húmedo, cada vez más cálido. Uno, dos, tres, cuatro… entraban y salían en una cueva ardiente que destilaba deseo, a la vez que buscaban, curiosos, pasos más estrechos donde adentrarse.
Varias andanadas de flujo denotaban que su excitación estaba llegando a su punto álgido. Mi pene, para entonces, ya era el origen de un curioso colgajo de flujo que lo mantenía unido a una sábana cada vez más empapada, y el destino deseado de una masturbación que me resistía a iniciar, pese a todo. Entonces la penetré, en aquella misma posición, pegada a la cama ella, horadando yo entre la humedad. La posición no era favorable, pero en lugar de buscar otra, me decidí a encarar otro alojamiento para mi polla. Ninguna oposición, más bien al contrario cuando me adentré en su culo, ya dilatado por el trabajo de mis dedos. Se dejó hacer gimiendo de gusto, hasta que me llegué al orgasmo, mientras una mano se alojaba, juguetona entre su clítoris y la sábana.
Pasados unos segundos -no podría precisar si muchos o pocos- se giró y abrió sus piernas de par en par, ofreciendo un sexo caliente, abierto, empapado, para que mi boca se perdiera entre sus labios. Mi lengua jugueteó entre toda aquella mezcla de flujos y deseo, desde el clítoris hasta el ano, donde me esperaba un sabor conocido. Se corrió entre chorros de pasión contra mi boca mientras estrujaba sus pechos con ansia. Cuando recobró el ritmo de la respiración se volvió, levantó sus caderas, se apoyó sobre las rodillas y no hizo falta que dijera nada. Deseaba ser penetrada de nuevo. Mi verga volvía a estar presentable y la introduje en su vagina, extraordinariamente acogedora, bombeando con todas mis fuerzas y deseando que su tamaño fuera muchísimo mayor, para ocupar completamente todo su espacio, y sintiendo como los testículos golpeaban ansiosos y como mis ojos no podían perder de vista aquella entrada que había penetrado unos minutos antes, todavía húmeda y tentadora.
Se dejó llevar entre sus fantasías, sus recuerdos y mis empujones, hasta que volamos, en una nueva orgía de flujos y gemidos. El espectáculo era maravilloso: dos cuerpos sudorosos y empapados sobre unas sábanas que tardarían horas a eliminar tanta humedad derramada.
Con una mirada lasciva, me recordó que la hidratación era una necesidad diaria, para una piel sana.
‘Sueño’
Estas memorias están teniendo, afortunadamente, una gran aceptación entre los lectores. Lo demuestran el gran número de visitas que tiene semana tras semana y los comentarios que recibe. Por eso, de acuerdo con la dirección de Estrella Digital, he pensado realizar, dentro de la sección, un Experimento sexual: quiero que los lectores de ‘Memorias de un Libertino’ puedan publicar también sus relatos. Sus sueños. Sus experiencias. Sus deseos ocultos.
El tema erótico será libre. Sólo pido que el texto no sea mucho más de un folio de extensión y que mantenga un mínimo de buen gusto. Se podrán firmar con seudónimo y se respetará el máximo de discreción. Tanto se respetará que los relatos NO deberán enviarse a la redacción de Estrella Digital sino a [email protected] Este es un correo creado, especialmente, para recibirlos y para que sirva también para aclarar cualquier duda o consulta.
Por supuesto, si alguien lo solicita, puedo también ayudarle literariamente a mejorar su texto.
Esperamos recibir muchos relatos.
Memorias de un libertino