El gobierno, sea del signo que sea, tiene un compromiso permanente con la radio y la televisión pública. Por eso, porque es pública y debería ser más objetiva, más independiente del gobierno de turno, más libre, más democrática y mejor dotada de medios para ejercer todas esas funciones. Unas condiciones que solo una sociedad, auténticamente democrática puede garantizar.
El actual ejecutivo del PP tiene que asumir ese compromiso y buscar la mejor salida a una situación delicada para este medio de comunicación con tanta tradición en España como es RTVE.
Es verdad que han heredado una empresa descapitalizada profesionalmente por un ERE innecesario. Una decisión que se inició durante el mandato de Carmen Cafarell que pasará a la historia del Ente como la gran liquidadora del medio de mayor prestigio del país. Es cierto que les han dejado una organización sin capacidad financiera ni recursos económicos por una serie de decisiones, todas ellas desacertadas, en cuanto a financiación que han terminado con la desaparición de la publicidad y unas posibilidades escasas de generar ingresos por si misma.
Llevan razón. El Presidente del Gobierno actual no ha tomado ninguna de esas decisiones que han puesto a RTVE a los pies de los caballos pero es el Presidente del Gobierno y como tal tiene una responsabilidad para con los ciudadanos y un compromiso con los profesionales y el significado que tiene para este país una radio televisión pública de las características que los ciudadanos le atribuyen a la nuestra.
Dejamos a un lado los motivos por los que el anterior presidente decidió hacer desaparecer la publicidad de la cadena pública. Este es el momento de ocuparnos y preocuparnos de la situación delicada que vive la televisión pública en el ámbito económico. Lo que toca es buscar fórmulas para mantener en esta época de crisis y potenciar más tarde una radio televisión capaz de dar a los ciudadanos lo que necesitan. RTVE está obligada a ser ese vehículo orientativo y cultural de una sociedad y de sus costumbres. De un escenario para el recuerdo de su historia y un atril para la difusión de su cultura.
Los ciudadanos lo esperan. Los ciudadanos la eligen. Un país que busca caminos, que toma iniciativas para salir de esta crisis, merece unos medios audiovisuales públicos de calidad, entretenidos, divertidos, lejos de tertulias huecas del mal gusto.
Es verdad que no tienen la culpa de haber llegado hasta aquí y que cada cual cargue con su culpa, pero el gobierno tiene el compromiso y la obligación de garantizar a los ciudadanos que la radio y la televisión pública sea más democrática, más independiente, más objetiva, pero también los recursos necesarios para que todo eso sea posible.
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Pedro Fernández