Desde que el ministro de Economía (Luis de Guindos) instó a los bancos a aceptar la dación de las viviendas hipotecadas como último requisito para extinguir la deuda hipotecaria contraída por clientes desesperados y sin solvencia posible, en el universo del Partido Socialista se han dejado oír voces lamentando que semejante paso hubiera sido iniciativa de la derecha. Un lamento que se tornaba en reproche al evocar otra iniciativa tomada, también, por el Gobierno Rajoy, en este caso la limitación de los sueldos de los altos ejecutivos de entidades bancarias que hubieran solicitado fondos públicos para sanear sus cuentas. «Tendríamos que haberlo hecho nosotros y no dejar que lo hiciera la derecha», han venido a decir José Bono y José Borrell. Es curioso que estos dos veteranos hayan coincidido en señalar la complacida travesía de otros dirigentes del PSOE con los grandes de la banca; complacencia que bien podría ilustrar aquella conocida foto de Emilio Botín, presidente del Santander, ocupando la butaca principal del despacho de Rodríguez Zapatero en los días en que el inquilino de La Moncloa iba sobrado por el mundo proclamando que la economía española jugaba en la «champions league», había superado a Italia y estaba a punto de alcanzar a Francia. Aquél PSOE que rechazó una iniciativa parlamentaria de IU y de UPyD para establecer por ley la dación, es el mismo que ahora lamenta que haya sido el PP («la derecha») quien se haya hecho eco de un clamor popular.
Resulta llamativo que hayan sido Bono y Borrell -dos hombres unidos por el mismo destino político: los dos pudieron llegar a reinar en el PSOE y los dos fueron descabezados desde dentro en puertas de hacerse con el poder-, quienes hayan criticado la insensibilidad de su partido ante la angustia de los desheredados, aquellos a quienes perdido el trabajo y perdida su casa, los bancos les siguen reclamando la deuda contraída a través de la firma de una hipoteca. Entre otras razones, quizá haya que buscar en esa falta de sensibilidad las causas profundas de la aplastante derrota electoral sufrida por el PSOE el pasado 20 de noviembre.
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Fermín Bocos