Lo pueden leer en la portada de este periódico: el déficit supera en dos puntos y medio al inicialmente previsto por el Gobierno anterior. Y la mayor parte procede de las cuentas de las Comunidades Autónomas. Y eso, que está mal, está bien, pues el año pasado dirigían, unas u otras, el PSOE, el PP, y hasta CIU, con lo que todos, en una u otra medida, son responsables. Y eso, que está mal, está bien, a ver si los políticos dejan de echarse culpas mutuas y se dedican a solucionar el problema, que es gordo, más de veintisiete mil millones de euros que habrá que sacar de algún lado.
¿Y de dónde? Pues a estas alturas lo saben hasta los chavales de los colegios, con calefacción o sin ella, con menos profesores, o los mismos: O se gasta menos, o se suben más impuestos, o las dos cosas a la vez. Para irnos haciendo una idea, conviene recordar que la cifra es más de un tercio del gasto sanitario, y casi el doble de la que ya produjo esa rebaja en la nómina que, quien la tiene, está cobrando en estos días, sumada a lo que el Gobierno de Rajoy ha dejado de gastar en obras públicas y otras partidas menores.
¿Y esto es inevitablemente así? Se le podría preguntar al Gobierno, si fuera tan ingenuo como algunos periodistas, que ya lo han hecho. Pues, sí, pero no. El ejecutivo, con un ojo en los mandamases de la Unión Europea, y el otro en los famosos mercados, responde: “España va a cumplir los objetivos a los que se comprometió y va a rebajar el déficit hasta el 4,4 previsto”. Por tanto nos esperan unos Presupuestos Generales del Estado extremadamente austeros: “Todo el mundo, y yo el primero –dirá Mariano Rajoy- se tiene que ajustar a lo que hay”. Y lo que hay, ya lo he dicho antes, es menos gasto, más impuestos, o las dos cosas a la vez.
¿Dónde está el truco?
Y así tendrá que ser. Pero hay truco –y no estoy acusando a un señor tan serio como Rajoy de prestidigitador, o lo que es peor de trilero; no-. El truco vendrá de la propia Unión Europea, que dio vía libre a estas cifras – y a otras en otros países- cuando todos –y ellos los primeros- creían que lo peor de la crisis financiera había pasado, y se preveían crecimientos, primero tímidos, luego fuertes, en la economía occidental. Pero poco después comenzó la crisis en Grecia, Angela Merkel tronó austeridad, y todos los gobiernos se pudieron ordenadamente en fila tras ella. (Por cierto, todos los europeos, porque Estados Unidos -¿recuerdan? donde empezó la crisis- combinó las medidas de un primer ajuste con más inversión del gobierno Obama, y ahora está creciendo economía y consumo y reduciendo el paro). Casi dos años después, la mayor parte de Europa está en recesión y, por tanto, no podrá cumplir con esas ilusorias cifras de disminución de déficit sin que los ciudadanos salgan a la calle contra los respectivos gobiernos.
En consecuencia, Europa exigirá a los más retrasados que se tomen en serio los ajustes y olviden antiguas alegrías presupuestarias, pero reducirán las cifras y dilataran los plazos; apretarán, pero no ahogarán porque si no ¿dónde van a vender ellos sus productos?
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P.S. En la pasada semana, el diario “Publico” ha dejado de salir a la calle, se ha quedado sin papel, y ahora solo viaja hasta los lectores por vía electrónica. Autodenominado “diario progresista”, ha sido despedido desde otro medio “de derecha sin complejos” con un “Hasta nunca, Público”. Como ciudadano, y como periodista, triste por la desaparición de una voz, de cualquier voz, mi posible discrepancia con cualquier medio de comunicación se queda en la frase de Voltaire: “No estoy de acuerdo con nada de lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
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Jaime Olmo Mitre