La última salió ayer mismo. Es la encuesta del CIS en la que augura los resultados de las ya muy cercanas elecciones en Andalucía y Asturias. Los populares andaluces rozan la mayoría absoluta y, por tanto, no la tienen garantizada. Estos datos dan la razón, avalan las posiciones más prudentes del partido que ya gobierna en prácticamente toda España y que desde ayer mismo por la noche, ya en campaña oficial, tiene como consigna «dejarse la piel» para lograr «el cambio que Andalucía necesita».
Esta encuesta, indica, en sentido contrario, el arraigo que pese a treinta años de poder y escandalosas noticias sobre el mal uso y abuso del dinero público salpica a la actual administración socialista. Es verdad que el PSOE pierde, en torno a diez escaños, pero proporcionalmente es menos de lo que ha perdido en las elecciones generales. Aún así, los socialistas andaluces están de capa caída. Sólo un milagro les puede librar de la derrota y esta más que previsible derrota vendría a sumarse a las ya cosechadas. Tendría un letal efecto acumulativo que en absoluto quedaría compensado con su triunfo en Asturias, según augura esta misma encuesta.
Horas antes conocíamos otra encuesta, también del CIS, según la cual para el 89% de los ciudadanos la situación económica es pésima y además destilan desesperanza. No cabía imaginar otra cosa. El paro aumenta y el Gobierno advierte que va a seguir aumentando. La situación es mala y el Gobierno, con datos en la mano, augura que así va a seguir durante todo este año. El paro, el pesimismo sobre la situación han aumentado, y todo ello tiene que ver no sólo con la realidad que, cada día más y con más crudeza, viven los ciudadanos y las familias españolas. Tiene que ver con la crudeza del mensaje del Gobierno que en contraste evidente con el Gobierno anterior ha optado por no andarse con paños calientes, por no anunciar brotes que no llegan y sí poner encima de la mesa las extraordinarias dificultades con las que España se enfrenta y afronta para evitar la caída en el abismo.
Esta encuesta del CIS no ofrece sorpresa alguna y la del Euskobarómetro que desde hace muchos años y con solvencia demostrada realiza sondeos de intención de voto en el País Vasco. Esta encuesta indica que Amaiur puede llegar a ser la primera fuerza del País Vasco. Esta encuesta da al PNV el primer puesto del ranking pero en posición de riesgo porque la izquierda abertzale le está pisando los talones. El PSE perdería un buen puñado de parlamentarios y el PP se mantendría o subiría un escaño.
Tampoco puede sorprender. Amaiur ha logrado subyugar a sectores importantes del País Vasco, incluidos los empresarios donostiarras que sin chista apoyan todas y cada una de las iniciativas que surgen desde la Diputación de Guipuzkoa o desde el Ayuntamiento de San Sebastián. Hay mucha, muchísima gente en el País Vasco que ve en Amaiur la garantía de que ETA no matará nunca jamás, que ve en ellos esforzados patriotas por traer la paz. ¿Qué puede ocurrir?. Pues que el voto útil juegue a favor del PNV que ya aparece ante la opinión pública vasca como el único partido capaz de frenar el avance de la izquierda abertzale, sobre todo en Vizcaya.
Para que este pronóstico no se cumpla, los socialistas vascos tendrían que realizar enormes esfuerzos y, posiblemente, modificar parte de su discurso. Pero el tiempo se va agotando y hoy en el País Vasco lo que se respira es que lo de lehendakari socialista va quedarse en algo así como una anécdota histórica. En el País Vasco si el nacionalismo vuelve al Gobierno volvería para quedarse. Algo parecido a lo que le ocurriría a Arenas si llega al Gobierno andaluz.
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Charo Zarzalejos