lunes, noviembre 25, 2024
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La vergüenza empezó con él

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“Me voy, me da vergüenza tu programa y esta gente es gentuza” le espetó Chábeli Iglesias a Ximo Rovira, instantes antes de abandonar el estudio de Canal Nou desde el que se estrenaba “Tómbola”. Hace justamente quince años y la gentuza, a la que se refería la hija del cantante Julio Iglesias eran Jesús Mariñas, Karmele Marchante, Lydia Lozano y Ángel Antonio Herrera. Al día siguiente, Telemadrid se sumaba a la difusión del programa. Había nacido la “telebasura”.

El problema, es que ambas cadenas eran -y son, aunque no se sabe por cuánto tiempo- públicas, y sometidas por tanto al control parlamentario. Primero hubo críticas por parte de los miembros de PSOE e IU en el Consejo de Administración de la autonómica madrileña, contestadas con datos de altas audiencias por parte de los responsables de programación. Por fin, en junio, la polémica llega hasta la Asamblea de Madrid, donde el diputado de Izquierda Unida Fernando Marín clama contra la nueva moda televisiva: “Son programas de chismes, cotilleos y estupideces que rebajan la dignidad humana. En ellos hay vileza y bajeza moral, se produce violencia verbal y física, se bebe alcohol y los invitados se emborrachan delante de las cámaras”. Para el diputado, hijo del gran actor Guillermo Marín que tantos “Estudio 1” protagonizó, se trata de un género incompatible con el concepto de “Televisión Pública”. Una opinión que no coincidía con “el no soy contrario a su emisión” del Ministro de Educación del Gobierno de España, en aquel entonces Mariano Rajoy.

Pero, mientras tanto, “Tómbola” sigue atrayendo a un buen número de espectadores, que hablan y no acaban de los escándalos y miserias de famosillos que acceden a ser entrevistados, en muchos casos previo pago de la correspondiente minuta. En 2001 llega a la Dirección general de Telemadrid el periodista y antiguo director de ABC, Francisco Giménez- Alemán, que decide dejar de emitir el programa. Canal Nou se queda sola durante tres años en el disfrute del espacio; pero para entonces las cadenas privadas han descubierto el filón: Telecinco emite “Salsa Rosa”, a la que seguirán “Sálvame” o “La Noria” y Antena 3 estrena formatos similares, que culminan con el actual “DEC”.

Entremedias, un magnífico reportero, y simpático hombre del tiempo, como Santi Acosta, ve multiplicar por mil sus ingresos al presentar uno de los programas nombrados. Lydia Lozano pasa de pagarse la carrera de periodismo trabajando de mensajera motorizada a mezclarse en querellas y denuncias a cuento de no sé qué entrevista fantasma. Uno, otra, y un par de docenas más de “contertulios del corazón” hablan de “periodismo de investigación” y de “exclusivas de escándalo” mientras anuncian baterías de cocina o cremas solares. Están en la cumbre de la profesión. Y los directivos de las cadenas, encantados, porque llenan dos, tres, o más horas de programación y, aunque las audiencias no son las que eran, todavía conservan un buen número de espectadores, y, si el programa flojea, siempre se puede llevar por cuatro perras a un familiar de un presunto asesino, o a un antiguo amante de cualquier relumbrón de la farándula. “¿Saben ustedes lo que cuesta tener corresponsales en el extranjero? Es antieconómico y los accionistas quieren resultados. A mí no me gusta la telebasura, pero mientras la gente la siga viendo, puede seguir otros quince años”.

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Jaime Olmo Mitre

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