lunes, noviembre 25, 2024
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Ladrones maquillados

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Siempre se ha dicho que la televisión engorda al que aparece en pantalla (aunque mucho más engorda al productor de la serie). Vistos los dos primeros capítulos de «Mi Gitana» podríamos añadir un nuevo efecto secundario: la tele alivia a los golfos. Gracias a la serie de Tele 5 en la que se cuenta la vida de Isabel Pantoja, sobre todo en horizontal, personajes turbios del pasado reciente quedan como ingenuos angelitos en manos de la frialdad calculada de la tonadillera. Al margen de lo que quiera contar la serie, a fin de cuentas ficción es y al interés de sus guionistas se debe, personajes como Roca, Zaldívar, Julián Muñoz o el difunto Gil salen demasiado bien parados.

Coplas aparte no olvidemos que el saqueo de Marbella se realizó durante varias legislaturas y con amparo democrático de los votantes del GIL que fue un partido que llegó a gobernar en casi todos los ayuntamientos de la Costa del Sol desde Marbella hasta La Línea, en Cádiz. Y por sus tropelías que fueron constantes muchos de esos cargos se entretienen estos días en el macrojuicio de la Operación Malaya que se ventila en Málaga. Entre ellos el que fuera alcalde de Marbella, Julián Muñoz, cuyo bigotito parece ser un juguete en manos de Isabel Pantoja en la serie pero en su día fue mano derecha de Gil. El peligro es convertir en víctima inocente de la pasión a quien en la tele se hace receptor de bolsas de basura que contienen billetes, y que eso pueda parecer normal.

Malaya es el juicio a un estilo de vida que se mantuvo durante años con la mirada a otra parte de la Junta de Andalucía. Recordemos que Gil convivió con Manuel Chaves en la presidencia de la Junta y mientras el uno no se metiera con el otro todo se dio por bueno. Lo que se especuló, robó y trapicheó se hizo en las narices de la Junta de Andalucía. Malaya fue un esperpento del siglo XX en el que una concejala socialista, Isabel García Marcos, acabó votando al lado de antiguos miembros del GIL. No cabe mayor escarnio a la razón y a la buena práctica de la ortodoxia política.

Cuando acaben con «Mi Gitana» podrían empezar con «Mis Ladrones» porque tienen material para hacer una serie más larga que «Cuéntame». Mercero lo intuyó con aquello de «Los ladrones van a la oficina». Estos, los de la panda de Roca y Asociados, iban a la oficina, a la playa, al yate, al restaurante y dónde hiciera falta con tal de trincar. Su robo fue, como no podía ser de otra manera, a los fondos públicos. Por lo tanto no se apiaden de ellos cuando los vean junto a la otra Pantoja porque ese agujero negro «malayo», esa manera de vivir a lo loco con dinero público, lo estamos pagando entre todos.

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Rafael Martínez Simancas

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