lunes, noviembre 25, 2024
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Rajoy ya tiene luces y sombras

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No cabe duda, Rajoy gobierna. Lleva poco tiempo con ese compromiso pero ya se nota que en España hay un Gobierno responsable. Y debo confesar que me gusta lo que está haciendo. No era fácil coger al toro que le había dejado el olvidable zapaterismo por los cuernos pero lo ha hecho cuán forçado portugués. A cuerpo. Y lo mejor es que las reformas que está llevando a cabo y la seriedad que está mostrando ante Europa empiezan a dar sus resultados, al margen de la postura absurda de los sindicatos y penosa del PSOE. Pero no hay más ciego que el que no quiere ver. Allá ellos.

Y todas esas medidas son luces poderosas de un Gobierno que acaba de salir del cascaron.

Pero, junto a esas luces, han aparecido también sombras. Sombras extrañas. Confusas. Alarmantes. Alcantarilleras. Y, como poco, malolientes. Me refiero a la política antiterrorista que está llevando a cabo. Porque Rajoy prometió instar a los tribunales a que ilegalizasen Bildu y Amaiur en cuanto llegase al Gobierno y no lo ha hecho. Dicen que por razones poderosísimas que no conoce nadie. Y sería bueno conocerlas. Y, ayer mismo, el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz ha asegurado que el Gobierno apoyará, impulsará y promoverá, en el marco de la ley penitenciaria, la que ha llamado «vía Nanclares», impulsada por Alfredo Pérez Rubalcaba cuando estaba en el Gobierno, con la que propiciar que los terroristas se arrepientan y pidan perdón a sus víctimas.

Reconozco que, al leer estas declaraciones, casi se me salen los ojos de las órbitas. Porque eso no era en lo que habíamos quedado. El PP se había comprometido electoralmente a que los terroristas cumplirían las penas íntegramente. Así que no entiendo nada de lo que está haciendo ahora.

Y no lo entiendo porque, en lugar de empezar a cambiar las leyes para que se lleve a cabo esa prometida cadena perpetua revisable, sigue con la política zapaterista de claudicación ante el terrorismo. Y el cumplimiento íntegro de las penas fue, incluso, algo más que una promesa. Fue propuesto por el PP como un principio. Y, al primer tapón, zurrapa.

Uno, en su inocencia, piensa que ese cambio tan drástico de manera de pensar tiene que deberse a algo que el propio PP desconocía y que ahora, en el Gobierno, se ha dado cuenta que una cosa es predicar y otra dar trigo. Como ha pasado con los datos ocultos del déficit.

Pero si me justificaron la subida de impuestos por culpa de las mentiras de ZP, me deben explicar ahora esto. Y no sólo a mí, a toda la sociedad.

Y, muy especialmente, a los que les votaron precisamente porque, hace cuatro meses, Rajoy hablaba muy clarito en materia antiterrorista frente al oscurantismo y la postergación de la que hizo gala el olvidable Zapatero.

Porque a mí, como a muchos, no me vale eso de que “los etarras que se arrepientan, pidan perdón a las víctimas del terrorismo, se hagan cargo de las responsabilidades civiles accesorias a sus condenas y cumplan con todos los requisitos que la ley penitenciaria establece, para que puedan acogerse, en el marco de la ley, a los beneficios penitenciarios».

Entre otras cosas porque el dolor causado por un terrorismo gratuito, insensible e hijo de mala madre no puede medirse como el déficit para obligar a cambiar al Gobierno las promesas electorales hechas. Y porque, además, el Estado no es la Iglesia Católica. Aquí, el que la hace, debe pagar lo que los jueces decidan con arreglo a la ley. Lo demás es debilidad o francachela.

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Pinocchio

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