lunes, noviembre 25, 2024
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El complot de Bin Laden contra Obama

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Antes de su muerte, Osama Bin Laden habría encargado audazmente a su red la organización de células especiales en Afganistán y Pakistán destinadas a atacar los aparatos del Presidente Barack Obama y del General David Petraeus.    

«El motivo de concentrarse en ellos», explica el líder de al-Qaeda a su principal lugarteniente, «es que Obama es la cabeza visible de los infieles y matarle hará que (el Vicepresidente Joe) Biden asuma inmediatamente la presidencia… Biden carece por completo de preparación para ocupar ese cargo, lo que conducirá a Estados Unidos a una crisis. En cuanto a Petraeus, es el responsable… y matarle alteraría el rumbo de la guerra» de Afganistán.    

Las autoridades de la administración decían el viernes que la conspiración Obama-Petraeus nunca supuso una amenaza grave.    

La trama se describe en uno de los documentos sustraídos del inmueble de bin Laden por los efectivos estadounidenses el 2 de mayo, la noche en que perdió la vida. Tuve oportunidad de examinar en exclusiva algunos de estos notables documentos gracias a un alto funcionario de la administración. Han sido desclasificados y dentro de poco se facilitarán a la opinión pública en su texto original en árabe y traducidos.    

El caballero que Bin Laden esperaba perpetraría los atentados contra Obama y Petraeus era el terrorista paquistaní Ilyas Kashmiri. «Indica al hermano Ilyas que me envíe los pasos que ha dado en esa labor», escribe Bin Laden a su principal subalterno, Atiyah Abd al-Rajmán. Un mes más tarde de la muerte de Bin Laden, Kashmiri perdía la vida en un ataque estadounidense con vehículos no tripulados.

La conspiración de Bin Laden contra la vida de Obama probablemente fuera un gesto de arrogancia, puesto que en apariencia al-Qaeda carece de armamento capaz de abatir aparatos estadounidenses. Pero constituye un deprimente recordatorio de que hasta sitiado y oculto, Bin Laden seguía soñando con perpetrar otro atentado terrorista espectacular contra Estados Unidos.    

El líder terrorista insta en una comunicación de 48 folios a Atiyah a centrar «todos los esfuerzos que puedan destinarse a atentados en América» en lugar de las operaciones en el seno de los países musulmanes. Ordena a Atiyah «pregunta a los hermanos de todas las regiones si tienen algún hermano… que pueda moverse dentro de Estados Unidos. (Debería de poder) residir allí, o debería de serle fácil viajar allí».    

Los analistas estadounidenses no ven pruebas de que estas conspiraciones llegaran a hacerse realidad. «La organización carece de capacidad para planificar, organizar y llevar a cabo atentados complejos y catastróficos, pero la amenaza sigue presente», afirma un destacado analista de la administración que ha examinado minuciosamente los documentos.    

El Bin Laden que se desprende de estas comunicaciones es un directivo terrorista dentro de un inmueble aislado, que sigue indicando con tenacidad que su organización ha arruinado su reputación al quitar la vida a demasiados musulmanes en su yihad contra América. Escribe de los muchos «hermanos» que han perdido la vida en los ataques estadounidenses con vehículos no tripulados. Pero personalmente se encuentra lejos del campo de batalla en su escondite de Abbottabad, Pakistán, donde parece destinar un tiempo considerable a ver la televisión.    

A causa del hostigamiento constante y de las dificultades de la comunicación en las regiones tribales de Afganistán, bin Laden animaba a los líderes de al-Qaeda a abandonar Waziristán del Norte y el Sur en busca de emplazamientos más distantes y de difícil acceso.

 El principal motivo de preocupación de Bin Laden era la imagen de al-Qaeda entre los musulmanes. Temía que estuviera tan afectada que, en un borrador destinado probablemente a Atiyah, afirmaba que la organización debía de encontrar un nombre nuevo.    

El sello al-Qaeda se habría convertido en un problema, explica bin Laden, porque los funcionarios de la administración Obama «han dejado de utilizar casi por completo la fórmula ‘guerra contra el terror’ en aras de no provocar a los musulmanes», y promocionando en su lugar una guerra contra al-Qaeda.    

Bin Laden reflexionaba sobre «errores» y «fallos de cálculo» cometidos por las ramas de Irak y otros sitios que habían costado la vida a musulmanes, incluso dentro de mezquitas. Ordena a Atiyah advertir a todos los emires, o líderes regionales, de evitar «estas bajas civiles innecesarias» que estaban pasando factura a la organización.

 Sería mejor concentrarse en atentar en suelo estadounidense. Esto condujo a importantes discrepancias con su representante en funciones, Aymán al-Zawahiri, partidario de atentados más fáciles y puntuales contra efectivos estadounidenses destacados en Irak, Afganistán y las demás regiones.    

Bin Laden y sus ayudantes esperaban grandes operaciones terroristas para conmemorar el décimo aniversario del 11 de septiembre de 2001. También tuvieron que elaborar planes de imagen. Adam Gadahn, un asesor de imagen oriundo de Estados Unidos, llega a recomendar a su superior los mejores canales de televisión para un vídeo de Bin Laden del aniversario.    

«Debería de enviarse por ejemplo a la ABC, la CBS, NBC y CNN, y puede que a la PBS pública y Voice of America. En cuanto a Fox News, que se pudra», escribe Gadahn. En otro extremo, dice de las cadenas: «Desde un punto de vista profesional, todas se encuentran en un extremo – a excepción del canal (Fox News), que como sabe carece de neutralidad y se precipita al abismo».

Vaya espaldarazo imprevisto a la Fox, que ahora podrá jactarse de ser la cadena menos favorita de al-Qaeda.

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David Ignatius

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