Hay un dicho en el lenguaje de los marinos que, a mi modo de ver, resumen bien la situación actual de crisis económica por la que atraviesa España: frente a la tempestad, el pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie y el «realista», el práctico, ajusta las velas. La tempestad es la crisis en la que estamos metidos desde hace tres años -los cinco millones de ciudadanos sin trabajo certifican el insostenible balance de la situación-. Los pesimistas serían todos aquellos (políticos) que no acertaron a prever la tormenta y ahora hacen como que han perdido la memoria. Los optimistas son quienes viven del erario (funcionarios que no temen perder su puesto de trabajo) y que, aunque gruñen porque les han rebajado algo el sueldo, esperan a que escampe con la tranquilidad de quien sabe que pueden irse de puente a las fallas sabiendo que el martes que viene, al regresar de Valencia, seguirán teniendo un puesto de trabajo.
En esta situación ¿quiénes serían los «realistas» del dicho marinero? Pues todos aquellos que con ilusión, pero sin hacerse ilusiones, luchan por mantener abierta una pequeña empresa (con poca o ninguna ayuda de los bancos y cajas) o los que no se rinden y al tiempo que siguen mandando currículos aquí y allá, no se quedan parados en casa esperando una llamada. Como el caso que me contaba antes de ayer un taxista de Madrid, arquitecto de profesión. Conducía un taxi porque el estudio de arquitectura en el que trabajaba había cerrado tras dos años en los que no les había contratado un solo proyecto. Si fuera más joven -me decía-, buscaría un trabajo fuera de España. Pero estaba dando el callo al volante. No había más remedio. Su determinación me pareció admirable. Y como él, miles de profesionales que como autónomos luchan para salir adelante. Se habla de 2014 como el año en el que, por fin, la economía española habrá doblado el cabo de las tormentas. No me cabe la menor duda de que conseguiremos salir adelante, pero creo que será más por el empuje de los «realistas», de los que no se arredran ni se rinden ante las dificultades, que por obra de la reciente y polémica reforma laboral.
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Fermín Bocos