Todavía bajo el humo de los fastos del segundo centenario de la Constitución de Cádiz, excesivos y sellados por el descaradísimo aprovechamiento partidista de los que están en el poder, que confunden neoliberalismo con liberalismo en su acepción política de progresismo de izquierda, que era su significado hace dos siglos y lo sigue siendo en Norteamérica y otros lares. Todavía envueltos en esa humareda que trata de disimular la sustancia del texto de 1812, sobre todo donde proclama la separación de poderes. Todavía abrumados por la juerga seudoconmemorativa y el abuso de aquella denominación simpática entonces y vaciadora de contenidos ahora, eso de La Pepa. Todavía ahí, de pronto salta la meganoticia de la condena a seis años de prisión al que fue presidente de Baleares y ministro de Aznar, Jaume Matas, por algunos -faltan muchos más- de los delitos que se le imputaban. Eso sucede cuatro días antes de las elecciones de
Andalucía (y Asturias) y todavía no se ha evaluado el impacto que en ellas debería tener, ya que no lo tuvo ni el 22-M ni el 20-N. Me gustaría oír a Javier Arenas explicar por qué el tema de los ERE, que es grave y vergonzoso, pero no afecta a ningún presidente socialista, tiene que ser determinante para el voto de los andaluces, cuando lo de Matas lo han escaqueado y lo siguen haciendo y nunca dijeron que tuviese que tener ningún efecto electoral, que de hecho no lo ha tenido, como tampoco en la Comunidad Valenciana lo han tenido otras cosas tan graves. Extraño país este que produce semejantes desigualdades en cuanto a los efectos del comportamiento de los políticos. No basta con que todos los españoles sean iguales ante la ley según la Constitución. Esa igualdad debería manifestarse en todos los terrenos y desde luego en el electoral. Con todo lo que está ocurriendo, la crisis y sus consecuencias, la corrupción y las suyas, los lectores me perdonarán que no haya entrado con entusiasmo en los fastos conmemorativos de la Constitución sanamente liberal de 1812. Otra vez será y que Dios lo vea.
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Pedro Calvo Hernando