A finales de noviembre escribí un artículo titulado “Aguirre está acabada en el PP”. Ahí expresaba un análisis que el tiempo me ha confirmado según el cual la presidenta madrileña se había quedado sin futuro dentro del Partido Popular, por mucho que Madrid siga siendo para ella lo que Granada era para Boabdil el Chico. Siendo como es parte de la nobleza, aunque sea consorte, sabe que algún día llegará su particular ‘rey católico’ y la despojará de su reino.
Los lectores habituales de Estrella Digital conocen de mis ‘simpatías’ hacia la condesa consorte de Murillo y grande de España, y les aseguro que no disfruto escribiendo de ella. No disfruto, palabra de honor. Pero tampoco puedo mirar hacia otro lado cuando, como periodista independiente, observo la utilización que hace de la política y como la pervierte para sus intereses. Su primer gran ejemplo es Telemadrid, que la ha dejado hecha un erial. O la sanidad pública, por no hablar de la educación.
Su silencio sobre las cosas que dicen que hace Ignacio González no la dejan en buen lugar. Esa apuesta ciega puede ser su gran error y en Génova no están muy satisfechos con las cosas que se publican de su “número dos”.
El caso es que, Esperanza Aguirre ha quedado desactivada y es cuestión de tiempo que empiece a rodar a más velocidad por la cuesta abajo que ella ha elegido.
Lo último –ocultar un agujero de 1.000 millones de euros- es gravísimo. Igualmente graves son las razones dadas por su consejero de economía, Percival Manglano, que sin cortarse un pelo ha dicho en el diario Expansión que las cuentas que presentó hace unas semanas y que ponían a Madrid en un escenario idílico comparado con el resto de las Comunidades Autónomas, eran «provisionales» y no contemplaban una caída imprevista de ingresos.
Maquillaje, manipulación, mala intención… decida usted el atributo.
Por lo mismos motivos, el expresidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, sigue siendo casi un año después de perder las elecciones contra De Cospedal objetivo de los ataques del PP. Y con razón, por ocultar un enorme agujero negro que va a llevar a esa región a una involución sin parangón.
Esperanza Aguirre nos ha presentado una Comunidad que era como ‘el tuerto en el país de los ciegos’ cuando en realidad estaba como el resto: sin ningún tipo de visión para otear el horizonte. Si eso no es engañar a los ciudadanos, a su partido y a su Gobierno, dígame qué es.
Los madrileños son muy dueños de elegir a quien quieran, pero ya son muchas las sirenas de alarma las que suenan en torno a la gestión de Esperanza Aguirre. Aislada en el PP, con escándalos que le brindan sus colaboradores y cuentas «provisionales” que, finalmente, salen a la luz, son datos más que suficientes para pensar que ha perdido el control y que conduce cuesta abajo y sin frenos.
Lo peor es que los madrileños viajan con ella.
Alfonso García