lunes, noviembre 25, 2024
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El panorama económico

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Estadounidenses y europeos recordarán los últimos años como el período de inseguridad económica. Pero la historia económica de nuestros tiempos será recordada de forma muy diferente en el resto del mundo. Mientras los países desarrollados han tenido dificultades con deudas insostenibles e inestabilidad financiera, las economías en vías de desarrollo han sacado de la pobreza a cientos de millones. Nuestro largo invierno económico es un placentero estío en lugares distantes.

Según el Banco Mundial, la pobreza extrema -definida como vivir con menos de 1,25 dólares al día -viene descendiendo en cada región en vías de desarrollo. El primer Objetivo del Milenio fijado por las Naciones Unidas- reducir la tasa global de pobreza extrema a la mitad entre 1990 y 2015- se alcanzó en el año 2010, muy por delante de lo previsto. Gran parte de las buenas noticias se han presentado en mercados emergentes como Brasil, China o la India. Pero en el continente africano, la pobreza extrema ha caído por debajo del 50% por primera vez desde 1981.

En calidad de gobernador del Banco Mundial desde 2007, Bob Zoellick ha sido testigo privilegiado de primera mano de este maridaje de pánico global económico y progreso. Cuando abandone el puesto en junio, va a dejar la más infrecuente de las herencias: una institución multilateral de reputación mejorada. Zoellick actuó de forma decisiva para ayudar a estabilizar las cuentas de países con dificultades durante lo peor de la crisis financiera, así como para proporcionar ayuda a países castigados por el repunte de los precios mundiales de los alimentos. Ha elevado la transparencia en la institución al tiempo que ha recaudado con éxito fondos para recapitalizarla.

Zoellick es el más riguroso y el menos sentimental de los idealistas. Durante una reciente entrevista mantenida en su despacho, explicaba los progresos recientes contra la pobreza global en dos palabras: «crecimiento económico». Y el crecimiento es función sobre todo de las políticas y las posturas adoptadas por los propios países. «El desarrollo no funciona a menos que la población local lleve la iniciativa», dice Zoellick. «Si la población no ha decidido hacer lo necesario, no se produce».

Cuando los profanos pretenden ayudar, aduce Zoellick, no hay «panaceas». A veces el más urgente de los problemas es la malaria o el sida. En otros casos, los países precisan de una población activa mejor formada o de mejores infraestructuras rurales. Los países en vías de desarrollo con éxito marcan sus propias prioridades, adoptan un «pragmatismo implacable» y ascienden por la escalera de la independencia. Zoellick recuerda a la ministra ruandesa de agricultura acudiendo a él en busca de ayuda de urgencia en 2007. Después, unos años más tarde, solicitó inversiones para mejorar la productividad agrícola. Ahora el gobierno ruandés solicita ayuda para construir almacenes, de forma que las cosechas crecientes no se echen a perder.

La empresa entera de la ayuda exterior, en opinión de Zoellick, precisa de un ajuste de posturas en el mundo desarrollado. No se puede depender de América o de Europa como modelos de gestión fiscal responsable ni de protección social sostenible. De forma que los países en vías de desarrollo están aprendiendo cada vez más no de nosotros, sino entre ellos. «Proliferan las lecciones del sur para el sur», observa Zoellick. «No somos nosotros los que les enseñamos a hacer esto. Les unimos a países que se encuentran en la etapa más próxima de desarrollo». Zoellick cita el ejemplo de las transferencias condicionadas de liquidez -un enfoque encaminado a ayudar a los pioneros carentes de recursos de lugares como Brasil o México. Los gobiernos proporcionan liquidez al 15 ó el 20 por ciento más pobre de la población- pero sólo a condición de que se sometan a chequeos sanitarios regulares o que envíen al colegio a sus hijos. «Esto ha servido para mejorar la salud de la mujer más que nada en la historia de México», afirma Zoellick. El Banco Mundial ha ayudado a extender programas parecidos a 40 países.

Promover el desarrollo, en opinión de Zoellick, exige «humildad sin desesperación». Es un defensor del libre mercado sin contemplaciones. También está convencido de que las lecciones del libre mercado se toleran mejor cuando vienen de instituciones multilaterales y de los propios países en vías de desarrollo. Zoellick señalaba que el director económico del Banco Mundial es hoy chino una ventaja característica cuando la institución insta a realizar difíciles reformas de mercado.

Zoellick hace un gran retrato económico que muchos estadounidenses tienen aún que captar. «Estamos cambiando en favor de un mundo de múltiples polos de crecimiento», me decía. «Solía ser Estados Unidos y Europa. Luego China y la India. África puede convertirse en un polo de crecimiento». Durante los últimos cinco años, las dos terceras partes del crecimiento económico global se han producido en el mundo en vías de desarrollo.

Es un testimonio de una creencia estadounidense básica: el potencial económico universal de los hombres y las mujeres libres. Pero la realización de ese potencial exige un buen número de ajustes por parte de América hoy un polo económico entre muchos.

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Michael Gerson

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