Los ciudadanos de Guipúzcoa hemos decidido que BILDU (para los que no lo recuerden es como ETA pero sin enseñar las pistolas) administren nuestros destinos, incluidos los más cotidianos, lo cual alcanza a la obligación de ocuparse de nuestros desperdicios. En esto como en otras cosas los bildutxos han encontrado un nuevo modelo, que se denomina puerta a puerta. Esta expresión, aparentemente tan próxima, puede tener connotaciones más inquietantes viniendo de quien viene. Y es que viniendo de BILDU, puerta a puerta suena tan poco tranquilizador como “aquí nos conocemos todos…”
Para implantar el nuevo modelo de gestión de la basura BILDU ha creado una sociedad llamada GARBITANIA, que no está claramente incardinada en el entramando institucional de los ayuntamientos ni en el de la Diputación, sino que es una mercantil cuyos socios son ayuntamientos batasunos ‘patanegra’ (empezaron por 3 y ya son 37) y que está dirigida y controlada por lo más granado del poder municipal filoetarra de las últimas décadas. El objeto fundamental del proyecto GARBITANIA es paralizar cualesquiera actuaciones encaminadas al tratamiento de residuos de gran volumen (plantas de compostaje, tratamiento y similares) e imponer un modelo de tratamiento doméstico, traslado y exportación de la basura. Esto en cuanto al fin último. En cuanto a la recogida, el modelo puerta a puerta requiere la identificación del titular concreto de la basura a través de su depósito en compartimentos localizados en postes o muros numerados, para que se sepa cuáles son los desperdicios de cada uno. Ocurre otra vez que, lo que en cualquier lugar de España podría ser anecdótico (que alguien pueda acceder a lo que yo deshecho como basura) en Euskadi puede resultar mucho más inquietante. Baste recordar que en diciembre de 2010 varios vecinos de Hernani recibieron una carta del Ayuntamiento comunicándoles que «existen sospechas» de que «no utilizan los ganchos para colgar sus residuos», lo que hace pensar al Consistorio que «llevan sus basuras a otro sitio o, peor aún, a un vertedero incontrolado». La misiva advierte de que, si no cambia la situación, «se tomarán
medidas» (fuente Noticias de Gipuzkoa). Es importante subrayar que, según la misma fuente, el Consistorio identificó a los vecinos sancionados a través de fotos y datos bancarios que depositaron mezcladas entre sus basuras. A las críticas recibidas por el procedimiento por el que fueron identificados los vecinos, el Consistorio respondió que no cometía ninguna ilegalidad al revisar la basura «porque los desperdicios de un hogar o empresa dejan de tener dueño cuando son depositados en la calle”
Imagínense lo que puede llegar a sospechar y pensar el consistorio de los ciudadanos en función de lo que tiran y de lo que no tiran a la basura y las medidas que pueden llegar a tomar…Y es que, dado que uno de los objetivos fundamentales de los totalitarios como BILDU es catalogar y segmentar a la gente en función de toda la información sobre ellos a la que se pueda acceder, la posibilidad de tener a los comisarios políticos hurgando en la basura con nombres y apellidos es enormemente intranquilizadora. Entre otras cosas porque, si de algo han dado muestras en las últimas décadas, es de que entre la basura se sienten como en casa.
BILDU nos pide también ahora que en la declaración de la renta le digamos si queremos seguir recibiendo información institucional en castellano (sic) o si preferimos recibirla únicamente en euskera. Con eso elabora un censo patriótico que permite llevar a cabo adecuadamente la segregación. Pero como la gente a veces miente cuando pone las cruces, siempre quedará la opción de comprobar, corroborar o rectificar sus informaciones hurgando adecuadamente en nuestra basura. Y una vez que se sepa quiénes son los buenos y quienes
son los malos, a los últimos también se les podrá administrar el tratamiento puerta a puerta.
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Juan Carlos Olarra