Dos importantes sucesos políticos se aglomeran en un muy corto espacio de tiempo, las elecciones andaluzas y la Huelga General. Relacionados entre sí, pues del resultado de ambos se podrá colegir la resistencia de la ciudadanía al actual modelo de gobierno, con sus «reformas», sus recortes y sus cosas, son importantes, sobre todo, porque en ellos las personas van a poder expresarse directamente, los andaluces en las urnas y los trabajadores concernidos por la Reforma Laboral secundando o no la Huelga. Después de esta tacada de acontecimientos transcendentes, la gente ya no podrá expresarse hasta dentro de ni se sabe sino por mediación de la clase política, refugiada en el Estado y a resguardo de las inclemencias de la realidad.
De las elecciones en Andalucía depende que el mapa de España deje de ser muy azul para convertirse en absolutamente azul, y de ese inquietante albur cromático nace la disposición mayoritaria de los electores a votar no tanto a favor como en contra, incluso en contra de sí mismos. Así, muchos de los que voten al PP, a IU, al PA, a UPyD o a los ecologistas estarán votando, en realidad, contra el PSOE, del mismo modo que muchos de los que voten a éste partido lo harán contra el PP, contra el azul que podría extenderse, por el sur, hasta el mar. Mucho de esto, de voto negativo, a la contra, ha habido tradicionalmente en los comicios españoles, donde, en puridad, no había mucho ni muy diferenciado donde elegir, pero en ésta ocasión es muy probable que esa sea la naturaleza del voto dominante.
De la Huelga General, de su seguimiento más allá de la órbita sindical, de su éxito, depende que el gobierno se replantee su desprecio hacia la clase trabajadora, sobre la que hace recaer el grueso de la crisis. Se da la triste circunstancia de que, sea cual fuere el resultado de la huelga, éste no podrá computarse cabalmente, pues los parados, la mayoría de los cuales se adherirán a ella por razones obvias (protesta, desesperación, ningún miedo a represalias…), no abandonarán puesto de trabajo ninguno para secundarla. No lo tienen. Ni, en consecuencia, casilla en el cálculo del seguimiento de esa Huelga que es, más que de nadie, de ellos.
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Rafael Torres