No tiene nada de extraño que en España vivamos inmersos en paradojas. Campañas electorales aburridas, huelgas generales previsibles, lamentos por las cifras de paro que son record en Europa cuando hasta hace poco presumíamos de todo lo contrario, en fin, nada nuevo bajo el sol. Bueno, sí, que no llueve, la pertinaz sequía que argumentaban en el franquismo para ocultar la desatinada gestión económica de aquellos años grises.
En los tiempos en que a uno le tocó acudir a las aulas- finales de los sesenta y comienzos de los setenta- se hacía una descripción económica de España bastante sui géneris. Repaso por la geografía con incidencia en las zonas con desarrollo industrial (Cataluña y el País Vasco), grandes elogios a la flota pesquera una de las mayores del mundo, recorrido por las cuencas mineras de Asturias y León sin olvidar Rio Tinto; las zonas de gran producción de cereal y viñedos de ambas Castillas y el turismo que ya entonces era una industria en desarrollo sin la masificación de años posteriores.
A mí se me quedó en la memoria, sin embargo, la insistencia de nuestros maestros en subrayar que en España teníamos petróleo. No había libro de texto en el que no se destacara el yacimiento de La Lora, provincia de Burgos. Daba petróleo, al parecer, para rellenar unos cuantos mecheros Zippo tan habituales en aquella época y poco más.
Pues bien, hete aquí unos cuantos decenios más tarde tenemos en España un posible yacimiento de petróleo y gas en aguas Canarias. Y se ha montado la de San Quíntin (en Canarias, claro).
El gobierno autonómico de Coalición Canaria y del PSOE ha dicho que de prospecciones nada, que puede afectar al turismo, motor económico del archipiélago. Los ecologistas no digamos y las autoridades de las islas más cercanas a los posibles yacimientos ( Lanzarote y Fuerteventura) están en pie de guerra.
Al ministro de Industria, Energía y turismo, José Manuel Soria – canario de pura cepa – le ha tocado bailar con la polémica y para empezar ha entrado a matar: autorización de las prospecciones a 60 km de las costas y punto. Ofrece datos: generación de empleo, y rebaja en la factura petrolera de España en un 10%.
Al otro lado de la balanza los posibles vertidos, un presumible daño a la imagen turística ( 12 millones de personas visitaron en 2011 las islas de archipiélago) y el reproche por no haber consensuado esta cuestión con las autoridades isleñas . A Soria le han amenazado con declararle persona non grata, con un repunte de independentismo canario que se va a enterar amén de las penas del infierno. Eso sin contar con la campaña mediática puesta en marcha y que promete entretenimiento durante los próximos meses.
Falta conocer que dice esa mayoría silenciosa que no acapara titulares de prensa y entre cuyos componentes están el 31% de canarios en paro, una cifra demoledora. Me temo que habrá sorpresas.
José Manuel Soria no va a dar su brazo a torcer, entre otras cuestiones, porque la crisis agobia también a un gobierno con la tarea más difícil que se recuerda en decenios: sacar a este país de una crisis económica que amenaza seriamente el futuro vital de cientos de miles de canarios y de millones de españoles.
¡Qué tiempos aquellos en los que soñábamos con tener petróleo!. Paradojas del destino.
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Rafael de Miguel