Los sindicatos han querido llegar a este punto y únicamente ellos son los responsables de la huelga general. Si al gobierno se le ha acusado de no dar cuenta de los Presupuestos del 2012 hasta pasadas las elecciones andaluzas y asturianas, a los sindicatos, es obvio que así fue, se les puede señalar de haber convocado la movilización antes de los comicios mencionados para despertar el voto de izquierdas.
En ese sentido, ambas partes quedarían empatadas, lo que está por demostrar es si esos resultados son causa-efecto de la convocatoria de huelga.
Pero más allá de juegos de estrategia y oportunidad política, lo cierto es que son muchos los que consideran que esta huelga ha llegado sin agotarse todas las opciones negociadoras, quizás por lo anteriormente dicho.
El Gobierno se juega mucho en el envite, pues puede ser su segundo elemento de desgaste en poco tiempo, pero los sindicatos, si cabe, se juegan más, precisamente, porque su apuesta es muy arriesgada. La sociedad necesita respuestas a una crisis galopante y a un desempleo de récord. La reforma laboral contra la que se protesta no se sabrá si es el instrumento adecuado para solventar esas lacras hasta que no lleve un tiempo vigente. Pero de lo que cabe duda es que así no se podía seguir. La única respuesta que han dado los sindicatos es la movilización ante su propia inmovilidad, pues todavía está por ver, descontado su rechazo frontal- es que hayan ofrecido ideas o iniciativas convincentes para modular el texto del gobierno.
Así, este día se presenta clave para los sindicatos. Deberán demostrar su capacidad “revolucionaria” ante una sociedad que lo que quiere son soluciones y puestos de trabajo. Los sindicatos, especialmente durante la última etapa de Zapatero, perdieron mucho crédito entre los ciudadanos por su sometimiento al expresidente. Si el 29-M les sale mal o regular tendrán un serio problema de interlocución. Les tendría que salir una huelga general perfecta.
La pregunta es, ¿están los ciudadanos por la labor?
Lo veremos en su día clave.
Editorial Estrella