Yo no soy de los que se alegran por las desgracias del Gobierno y de su partido, en la medida en que tales desgracias pueden convertirse en desastres para mi país. Lo único que les pido a Mariano Rajoy y sus muchachos es que recuperen la capacidad de reflexión y que reflexionen sobre los disparates que están cometiendo desde que llegaron al poder, y no son los mayores los incumplimientos radicales de sus promesas electorales sino su absoluta insensibilidad social y humana frente a las consecuencias de sus arbitrarias decisiones en materia económica y social. Lo de la amnistía fiscal no es un disparate, es una ilegalidad seguramente penal y anticonstitucional, y desde luego, una desvergüenza y una injusticia social de las que hacen época. Espero y deseo que se vuelvan atrás y restablezcan el Estado de Justicia que a mi juicio quedará demolido con esa medida. Pero en el cómputo global y sin miras éticas y filosóficas, es infinitamente más grave todo lo demás. Desde luego, lo es el hecho de que con esos Presupuestos este país va al desastre, a la parálisis, a la inacción, a la pobreza.
Claro que yo recomiendo que recen todos los que sepan rezar, que son muchos todavía, y más en estos días de la Semana Santa Cristiana, un tiempo para el amor fraterno y la reflexión sobre las alternativas justas a los delirios injustos de la lucha contra la crisis, alternativas que están en la médula del pensamiento progresista y de la doctrina social de la Iglesia, contenida en el santo concilio Vaticano II y en aquellas famosas y lúcidas encíclicas sociales de algunos Pontífices del último siglo y medio. Y al Partido Socialista le rogaría yo que no se contente con denigrar la política del Gobierno de la derecha y con tanta complacencia sobre su fracaso andaluz y asturiano y sobre el éxito del pueblo llano en la huelga general y las grandiosas manifestaciones del jueves pasado. A los responsables socialistas les pido yo que se olviden de lo que hizo el PP en la anterior legislatura y que echen una mano de verdad para que todos juntos salgamos cuanto antes de la crisis brutal en que estamos.
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Pedro Calvo Hernando