miércoles, noviembre 27, 2024
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Disparate tributario

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El Gobierno anda entretenido estos días en establecer el porcentaje de pago de las recetas, en función de los ingresos. En teoría, incluso puede parecer justo y equitativo que el que tenga más ingresos pague más, pero en el fondo es un disparate tributario que nos obligaría a llevar a los españoles, además del carnet de identidad, la tarjeta sanitaria -autonómica o estatal-, y el carnet de conducir, además, una fotocopia legalizada y legitimada ante notario de la declaración de la renta.

Cuando la gente reposta gasolina, le cobran el mismo precio al que lleva un automóvil de lujo que al que conduce un utilitario. Y, cuando alguien compra una entrada de teatro, la taquillera no pregunta si el aspirante a espectador es rico o pobre. Y el camarero exige el mismo precio por la coca-cola que se ha bebido el cliente, sea un parado o un director general, no porque haya un deseo de ayudar a los ricos y de fastidiar a los pobres, sino porque hay dos clases de tributos: los directos y los indirectos. Es en el primer caso, donde el que más gana, más paga, pero los llamados impuestos indirectos en todos los países del mundo son iguales para todos, se trate del precio de una botella de vino, de un banquete en un restaurante o de un tetrabrik de leche, y la diferencia de tributación estriba en que quien más consume, más paga.

Me he referido al principio en una declaración de la renta legalizada o legitimada ante notario, porque dado el ingenio e inventiva del país tendríamos en la primera semana tantas falsificaciones casi como declaraciones. Y la red burocrática que habría que emplear para el control se comería los posibles beneficios. Otra cosa es que, como sucede ahora, los jubilados tengan un trato de discriminación positiva, pero abrir el melón del pago de un servicio en función de la renta es abrir el melón de la ortodoxia de los impuestos indirectos, que vendría a ser calificado de melonada, como sabe muy bien don Cristóbal Montoro.

Es cierto que no hace falta hurgar demasiado en un partido político o en un ministerio para descubrir a un gozoso partidario de asar la manteca, pero sería conveniente meditar los asuntos antes de lanzar sondas, y estudiar las ventajas e inconvenientes de cualquier iniciativa, bajo el principio de que siempre es preferible ser eficaces al albur de ser originales, sin medir las consecuencias.

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Luis del Val

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