miércoles, noviembre 27, 2024
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La cotorra argentina

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Las palabras nunca son inocentes y hay metáforas que se vuelven en contra del que las lanza como auténticos bumeranes sin control. Podemos hablar del efecto mariposa del lenguaje, lo acabamos de ver con la recién creada crisis hispano-argentina a cuenta de la nacionalización de Repsol-YPF: la presidenta Kirchner aprovechó el momento para hablar de un gráfico «en forma de trompa de elefante», (sin duda que para tocar un poco más las narices en las relaciones internacionales). Pero hete aquí que un día después el Ayuntamiento de Barcelona anuncia una campaña para acabar con las urracas y para mantener el acoso a la cotorra argentina. Y así como podemos asegurar que el Ayuntamiento de Barcelona no tenía intención de molestar a nadie, la presidenta argentina usó el elefante para pisar un callo, (las cosas como son y los paquidermos en su sitio).

Una eminencia española de la Biología sostiene que los animales no saben zoología por lo tanto están exentos de pedir disculpas por su comportamiento. Alguien, alguna vez, importó unas hermosas cotorras argentinas y por cualquier razón luego las soltó de la jaula y esos animalitos tan simpáticos se dedicaron a la reproducción con notable entusiasmo. El resultado fue pavoroso para las especies autóctonas puesto que gorriones y palomas fueron decapitados por la acción de estas cotorras argentinas que, (ignorando zoología), se convirtieron en un problema municipal de primera magnitud. Y el conflicto no se reduce a Barcelona puesto que se da en otros puntos de España.

Nosotros que en su día dimos nombre a una de las plagas europeas más terribles: «la gripe española», también tenemos derecho a nombrar a las plagas que nos afectan. Ahora lo que toca es que las autoridades sanitarias controlen la población de cotorras argentinas y controlar no significa acabar con ellas si no limitar su actividad a ciertas zonas y no permitir que aumenten de tal manera que se conviertan en un problema urbano, en una plaga «cotorril». Y argentinas son por su nombre, no tanto por su origen puesto que casi todas ellas ya han nacido en España, y cualquiera que tenga pico y vuele en territorio español se puede considerar uno mas. Nadie les pide los papeles a las cotorras.

Otra cosa será el día en el que a la presidenta Kirchner le llegue lo que hacemos acá con las cotorras de allá, en ese caso lo vamos a «tener crudo» pero no por el petróleo. Las palabras, repito, nunca son inocentes, Bismarck modificó el telegrama de Ems y lío un conflicto que mal apagado y con el tiempo fue el origen de la Primera Guerra Mundial.

Rafael Martínez Simancas-Estrella Digital

 

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Rafael Martínez Simancas

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