“Los pensionistas españoles, que actualmente no pagan nada por los medicamentos, deberán abonar un 10% de su valor, con un límite de entre 10 y 20 euros al mes, mientras que los trabajadores activos, que ya abonan el 40% de las recetas, verán elevada su aportación hasta el 50% o el 60%, en función de la renta”. Así recogían las agencias el propósito del Gobierno de España de crear, o elevar, la tasa que debemos pagar por las medicinas. Con estas medidas, pretenden ahorrar 3.700 millones de euros, de los diez mil previstos por la nota que se emitió desde Moncloa la pasada semana.
Inmediatamente han salido a la palestra tertulianos y comentaristas que, lamentando los “perjuicios”, han insistido en que “el actual sistema de Salud es insostenible”. Vamos, que estamos en crisis y hay que recortar gastos como sea; que dicho así, parece hasta razonable. Lástima que hayan olvidado algún que otro dato significativo, como que somos uno de los países de la Unión Europea que menos dinero dedica a Sanidad en relación con el Producto Interior Bruto del país. Dicho de otra manera: que nos hemos arruinado haciendo casas de más, a precios que nadie puede comprar, y para solucionar la ruina hay que recortar de servicios básicos como Salud y Educación.
La verdad es que con la vivienda nos metimos todos en un jardín, que más parece una selva, por lo complicada que es la salida. Eso sí, las familias que “gastaron lo que no tenían”, gracias a generosos préstamos de los bancos, con la crisis se han quedado sin casa; y menos mal que está en marcha “la dación en pago”, porque gente había que quedaban esclavos –ellos y sus ingresos futuros- de ese piso que ya no tenían. Lo que no hemos visto es a los banqueros quedarse sin bancos; a ellos, ayudas y préstamos de aquí y de Europa, no sea que quiebre el sistema financiero. (Que digo yo, que qué más dará, si ahora, sin quebrar, no prestan un euro por muchas garantías que ofrezcas).
Las cuentas no salen
En este punto, y con ocho millones de personas mayores de 65 años, conviene escuchar a la Confederación Española de Personas Mayores, CEOMA: “Una vez más, la mayor parte del esfuerzo debe hacerla una parte de la población muy vulnerable, como son los enfermos crónicos, pensionistas y jubilados, porque son quienes perciben las rentas más bajas”. Para esta asociación, el pago debería estar en función de la renta, y no aplicarse por igual a todo el colectivo, cuando la mitad de él no llega al salario mínimo.
En cualquier caso, algo falla en la cuenta que nos impone el Gobierno. A saber: Se afirma que la exigencia del pago de medicinas se hará con cuidado para no causar quebranto a las economías personales y familiares; vamos, cuestión, como mucho, de diez euros. Vale. Pues ocho millones de pensionistas, a ciento veinte euros por año, no llegan a mil millones. ¿El resto, hasta los 3.700, va a salir de ese aumento del 40 al 50 por ciento que sufriremos el resto? Porque, no parece muy realista pensar que todos nos vamos a poner enfermos de golpe, y vamos a colapsar las farmacias con millones de recetas diarias. Ya digo: a mí no me sale la cuenta.
Pero, y sobre todo, dejémonos de cuentas y números. Que, como le gusta decir a Mariano Rajoy “este es un asunto muy serio”. Hablamos de SALUD, así, con mayúsculas, y ¿qué familia, qué persona, mira el dinero cuando llega una enfermedad? ¿No se usa hasta el último euro en mitigar el dolor, recuperar la vista, o reparar el miembro o la función dañada? ¿Conocen a alguien que haya quitado dinero de eso para cualquier otro gasto? Pues eso mismo hay que exigir a un Gobierno, o a un país. Sea el que sea el Gobierno, y esté donde esté el país. Nadie, en un mundo civilizado, tiene derecho a que ninguna persona, ningún pensionista, sume la preocupación del dinero a la mayor desgracia posible: perder la Salud.
Jaime Olmo Mitre-Estrella Digital
Jaime Olmo Mitre