viernes, octubre 4, 2024
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Grecia volverá a votar

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El turno de partidos para formar gobierno avanza por un camino sin sentido. Grecia está sumida en una crisis política de una dimensión impresionante. Los resultados del pasado domingo, eclipsados por el cambio político francés, ponen en evidencia la deriva política de un país que ha sido intervenido desde Bruselas y por la doctrina inspirada por Sarkozy y Merkel sobre la salida de la crisis. Impactados por el economicismo en el corazón de su sistema político, los griegos se han revuelto de forma radical contra la situación creada. Buena prueba de ello es el retroceso del PASOK, partido en el gobierno, o de Nueva Democracia, su supuesta alternativa natural pero aliado en la estrategia del ajuste y responsable primigenio de la crisis por las políticas de maquillaje que realizaron durante su etapa de gobierno.

En frente, las alternativas. Por la izquierda y por la derecha. No parece ajustado al ideario político de la izquierda un posible pacto con su extremo opuesto por mucho que haya una coincidencia troncal en su programa: rechazar el acuerdo de la troika para garantizar las ayudas financieras. La extrema derecha, busca en el caos, palabra griega, la razón de su existencia futuro y justifica con él la impresentable lógica de su política.

La fragmentación política parlamentaria es extraordinaria. No sólo por la entrada de nuevas siglas, sino por la consistencia que a sus postulados principistas da cada una de ellas. Eso hace inviable el acuerdo y el diálogo constructivo, porque, en esencia, lo que está en la base de la fragmentación es la reacción a los recortes económicos que han empobrecido a importantes capas de la sociedad helena y que amenazan con profundizarse si la política económica europea no cambia. Y ese es el caldo de cultivo para el crecimiento de nuevas formaciones que ha quebrado del sistema bipartidista instaurado tras la dictadura de los coroneles en 1974. Ceder, pues, en el rechazo a los planes financieros supondría una pérdida de crédito político al que nadie se arriesga cuando en el horizonte inmediato no hay nada que demuestre que sería un sacrifico con algún tipo de compensación. Mejor hacer, como ha actuado el líder de ND Samaras, y quitarse de en medio antes de aparecer como un fracasado y asumir parte del coste de este desastre colectivo.

El modelo de superación del bipartidismo basado en la fragmentación que, supuestamente, arroja pluralidad, nunca termina por ser un bien político que aporte ningún tipo de ventaja. Esta nueva Grecia demuestra lo que la vieja Italia anunciaba ya en el pasado que terminó en Tangentópolis. O de ésta misma Italia, que ahora vota humoristas mientras el estado se agacha frente a un funcionario al que no ha elegido nadie y que gobierna con un terrorífico silencio ofrecido por todos los partidos parlamentarios.

Otras elecciones intentarán arreglar estas. Un despropósito que sólo se arregla con una reflexión en la que también deben participar quienes han llevado a Grecia a esta situación.

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Rafael García Rico

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