Por primera vez desde que el PP llegó al Gobierno, la sobremesa del viernes resultó tranquila. La Vicepresidenta del Ejecutivo no anunció nuevas medidas de recorte y si se recreó en el «pacto de Estado» que había supuesto, el jueves, el encuentro del ministro Montoro con las Comunidades Autónomas. Todas, sin excepción, se avenían a ajustar sus números. Andalucía, muy crítica con las medidas del gobierno, y Cataluña, también crítica y además quejosa, no plantearon mayores problemas. Al contrario. Contrastaron cifras con el Gobierno y finalmente la reunión acabó en paz y con acuerdo.
El alivio del Ejecutivo fue enorme y para los españoles una preocupación menos. No sé que hubiera ocurrido si alguna autonomía se hubiera declarado ‘en rebeldía’. Como no ha ocurrido, mejor no jugar a los acertijos.
El mensaje de unidad y disciplina era el mensaje necesario para todos aquellos que fuera de España nos miran con lupa, nos examinan sin piedad y si pueden especular, especulan sin miramientos. Era un mensaje necesario para poner algún tipo de dique a quienes, por sistema, no se fían de nosotros y para aquellos que de manera más o menos sutil cuando hablan de Grecia a continuación, sin ni siquiera añadir un punto y coma, miran a España. Que nos miren menos, que no repitan una y otra vez que el Gobierno está haciendo las cosas bien y que pongan a funcionar al BCE para que nuestra prima de riesgo no nos ahogue en tierra.
Hasta aquí hubieran llegado estas líneas si no hubiera sido porque el viernes por la tarde, después de la tranquila sobremesa, no nos hubiéramos enterado que, ¡vaya hombre¡ las cosas no eran como parecían, hasta el punto de que por tercera vez el Gobierno tenia que decir a Europa que no, que el déficit no era del 8,2, sino del 8,9. Que había que modificar las cifras porque tanto Madrid como Valencia y en menor medida Castilla León resulta que no se habían dado cuenta de que sus déficits no eran los que habían dicho.
Madrid duplicaba el que con tanto orgullo había dado a conocer la propia Esperanza Aguirre situándose finalmente en el 2,2, Valencia, un punto más de lo comunicado y Castilla – León asumía una desviación del 2,59 por encima del 2,35 dicho. En total 4.000 millones más de déficit y en consecuencia la tercera rectificación. Salvo sorpresas no descartables, el déficit final de España se sitúa en el 8,9.
¿Cómo es posible que estos datos se conozcan apenas 24 horas después del celebrado «pacto de Estado»?. Hay que pensar que las cifras se conocieron el jueves y que, por tanto, la vicepresidenta los conocía mientras daba la rueda de prensa. ¿Por qué no se ofreció toda la información en tiempo y forma?. Si no se hizo ¿fue por qué ni Montoro el jueves, ni Sáenz de Santamaría el viernes lo sabían?. No tengo respuesta fehaciente y documentada pero tampoco importa mucho porque lo relevante es el hecho en si mismo. Un hecho que indica olvidos imperdonables .
Es imperdonable que se sepa después de la reunión de las autonomías con Montoro; es imperdonable que con contundencia machacona nos den cifras que luego no se corresponden con la realidad, que nos hablen sin dejar un margen a la sorpresa final. Lo ocurrido no tiene nombre y no lo tiene no tanto por el montante económico que también como por el hecho de habernos hecho creer lo que no era. Sólo en el minuto final llegó la sorpresa indeseable para los españoles y perjudicial, muy perjudicial para la credibilidad de la marca España sobre la que revolotean cuervos en forma de prima de riesgo o rumores de que nuestro sistema financiero «no aguanta el tirón».
La semana, que hoy finaliza, ha sido una semana para no recordar y, desde luego, para no repetir. Mucho más tiempo con 500 puntos de prima de riesgo, con la bolsa por los suelos, con dudas sobre nuestra realidad financiera que va a ser examinada por quienes, al parecer, son impolutos y nunca se equivocan, este país que es el nuestro, no aguanta. Hay quienes sostienen que el Gobierno parece noqueado y un poco zombi. Se me ocurren muchos motivos de critica, pero los ahorro entre otras razones porque al Gobierno de Rajoy no hay mas alternativa que el Gobierno de Rajoy. No es momento de tentar la suerte que bastante tenemos encima pero si hay que reiterar que lo ocurrido es imperdonable.
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Charo Zarzalejos