El Gobierno, a instancias del PP del País Vasco, parece dispuesto a explorar la posibilidad de reformar la Ley Electoral para posibilitar que todos aquellos ciudadanos que tuvieron que dejar en las últimas décadas la Comunidad Autónoma Vasca por razones atribuibles a la amenaza de ETA puedan ejercer su derecho al voto en dicha Comunidad aunque vivan actualmente en otro lugar de España. Algunos estudios cifran entre 200.000 y 300.000 las personas que se encontrarían en dicha situación.
Parece lógico pensar que las personas que tuvieron que irse del País Vasco debido a la amenaza terrorista no tendrían entre sus preferencias electorales a la izquierda abertzale o al PNV, por lo que su voto sería más bien para partidos de ámbito nacional como el PP, el PSOE o UPyD. De ese modo, el mapa electoral en esta Comunidad sería sustancialmente distinto al que, por ejemplo, dibujan las encuestas de cara a las próximas elecciones autonómicas, donde se pronostica una clara mayoría independentista derivada de la suma de los escaños que obtenga el PNV y la marca con la que se presente la izquierda abertzale.
Hace años que el otrora «pope» del nacionalismo, Xabier Arzalluz, declaró que habría que revisar el que los guardias civiles, policías nacionales, militares y funcionarios del Estado destinados en el País Vasco pudieran ejercer su derecho al voto en esta comunidad autónoma. En el fondo, Arzalluz los consideraba a todos los integrantes de esos colectivos como «extranjeros» o incluso «invasores» a los que no se les podía permitir el voto porque distorsionaban la realidad vasca. Esa limpieza étnica que propugnaba el expresidente del PNV la consiguió por el camino de los hechos ETA y ese nacionalismo asfixiante que expulsó a tantos vascos de nacimiento o de adopción que decidieron hacer las maletas e irse a otros lugares de España para encontrar algo tan esencial para vivir como es la libertad.
La propuesta del PP vasco que piensa estudiar el Gobierno no será nada sencilla de llevar a cabo. Aparte de las trabas legales o de cómo objetivar ese hipotético censo de «desterrados», se encontrará con la oposición no sólo del nacionalismo vasco sino también de los socialistas vascos que en esa carrera de despropósitos en la que se han embarcado desde hace tiempo, ya han manifestado a través del lehendakari López y del Consejero de Interior, Rodolfo Ares, que no están de acuerdo con dicha iniciativa. Pero que duda cabe que como bien se ha planteado el líder de los populares vascos, Antonio Basagoiti: ¿por qué si los vascos residentes en Argentina o México pueden votar en Euskadi, no van a poder hacerlo los que residen en Madrid, Alicante o Málaga? La respuesta es muy clara y la conoce muy bien Basagoiti: porque sigue habiendo vascos de primera (los nacionalistas) y de segunda (los que no lo son).
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Cayetano González