Hace unos días comentaba a cerca de la cantidad de interesados, cenizos y agoreros o todo a la vez, que planean sobre la economía española. Hoy más que hace meses hay mejor realidad que perspectivas y percepciones. Claro que sigue el problema de Grecia y esas elecciones de junio. También por qué no decirlo el nuevo presidente de Francia quiere cambiar las cosas y en la dirección contraria a lo admitido ya en el seno de la Unión Europea. Además, la UE no está dando la talla desde hace años; no vamos de cabeza a una unión de verdad con un banco central que actúe como lo hacen el Banco de Inglaterra o la Reserva Federal. Todo esto son lamentaciones que tienen su efecto en la maldita prima de riesgo, el signo más visible ahora de cómo están los ánimos hacia España y cómo todo ello favorece a Alemania por la que se pegan en los mercados aunque apenas pague intereses.
Sin embargo, hay algunas actuaciones en nuestro país que también logran disparar nuestra prima de riesgo, aunque le cueste reconocerlo al presidente Rajoy. El asunto Bankia que a pesar de que va a ser la entidad más saneada del mundo, dadas las provisiones realizadas para una economía de auténtica guerra, lleva demasiado tiempo proporcionando informaciones poco transparentes e induciendo miedo sobre el resto del sistema financiero. En realidad, desde hace tiempo bancos y cajas son junto a la situación económica de las Comunidades Autónomas nuestros dos graves problemas. Y como tales debían haberse atajado con claridad desde el principio. No se le puede echar la culpa obviamente sólo a este gobierno que lleva medio año escaso sino a la actuación del anterior y a los gestores de instituciones como el Banco de España y la CNMV. Pero, también a algunos políticos y a representantes de los sindicatos mayoritarios que también se sientan en los consejos de las cajas para las que ahora piden toda serie de males del infierno. Aquí tiene que haber un ejercicio de profesionalidad y de transparencia pero de todos. Si los españoles no sabemos qué ha pasado y tenemos miedo, qué no tendrán los extranjeros que nos han prestado dinero y a los que tenemos que seguir pidiendo.
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Carmen Tomás