viernes, octubre 11, 2024
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Al borde del rescate

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Como cuando se van a disputar un partido de fútbol relevante, pero uno más, que inmediatamente se califica de histórico y todo se dice desde ese momento con forma de hipérbole, la situación actual de nuestra economía ha alcanzado características históricas…una vez más. Lo trágico es que cada escalón que subimos, de inmediato asumimos que es un sitio razonable y perdemos de vista la condición anterior que, más razonablemente todavía, nos ofrecía una situación aún mejor.  

Todo esto para concluir tres cosas importantes: que cada acontecimiento que nos parece el definitivo para provocar el rescate financiero de nuestro país, finalmente no dejará de acercarnos más a él, pero nuestra capacidad de aguante – la del país y la del euro- se sobrepone; la segunda es que en el escenario de la confusión se materializan actos que a su vez no sólo no calman, sino que excitan la desconfianza – una visita relámpago de la vicepresidenta a Washington para reunirse con Christine Lagarde junto al aeropuerto y conversar sobre la crisis, mientras el ministro De Guindos rechazaba la posibilidad de un plan de saneamiento del FMI-; y, finalmente, la importancia de afrontar ante la opinión pública, en primera persona, el liderazgo de la lucha contra el caos financiero y el consenso constituido en torno a ese liderazgo.

Bankia ha roto todas las expectativas y la gestión de la crisis ha significado el acicate, según reconocidos analistas, para provocar el acelerón actual. Lo importante es, en consecuencia, devolver la confianza en que se tiene capacidad para afrontar el saneamiento de la Institución y que la fortaleza del conjunto no se ve amenazada por la parte.  Y eso es muy importante pues forma parte de la “comidilla nacional” que nuestras cajas necesitarán aportes por más de treinta mil millones adicionales y que el resultado de los test de resistencia lo pondrán en evidencia.

Atrás quedan los glamurosos años en los que presumíamos de la fortaleza de nuestro sistema bancario. Sacábamos pecho y ofrecíamos el pulso a otros países. Nosotros endomingados, inconscientes del peso financiero de la burbuja inmobiliaria, no hacíamos los deberes que nuestros vecinos realizaban con urgencia y de forma contundente, inyectando dinero o nacionalizando bancos. Ahora, a destiempo, cuando el debate europeo es entre el límite de la austeridad y las estrategias de crecimiento, nosotros debemos exponernos a la auditoría externa de terceros para consagrar la veracidad de nuestras cuentas.

Por otro lado, la semana nos deja el hecho de que el Gobierno ha logrado sacar adelante con otros apoyos parlamentarios la segunda reforma financiera. Esperemos que siente las verdaderas bases para salir del atasco en el que estamos. Para que de verdad sea así, debería haber un consenso mayor, una agrupación de partidos con sentido de Estado que, diferencias aparte, contribuyera a superar la tormenta con fundamentos sólidos. El gobierno debe contar con ese respaldo parlamentario y la oposición debe facilitarlo. Los movimientos políticos de esta terrible semana indican que es posible.

Editorial Estrella

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