viernes, octubre 11, 2024
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¿Podemos asimilar la verdad?

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Hace unos días recordaba con mis alumnos del curso «Cinema & The Law» el intenso diálogo escrito por Aaron Sorkin para «Algunos hombre buenos» que interpreta magistralmente Jack Nicholson y en el que recrimina a Tom Cruise no poder asimilar la verdad que insistentemente éste reclama conocer (You can’t handle the truth!). Los últimos comportamientos del gobierno parecen indicar que el ejecutivo piensa, igual que el Coronel Nathan Jessep, que los españoles tampoco podemos asimilar la verdad.

Solo así se explica que la información de la que disponemos sobre el asunto de Bankia se limita a que donde dije 4 ahora digo 24. Parece ser que los españoles no tenemos inteligencia (yo creo que lo que ya no nos queda es estómago) para que nos cuenten con detalle como ese error de cálculo pasase desapercibido a todos los órganos de control de la entidad, a su consejo de administración, a su auditor de cuentas, a los inspectores del Banco de España y al propio ejecutivo que en los últimos tiempos venía ejerciendo una supervisión directa sobre la entidad. Se apela una vez más a razones de oportunidad según las cuales tampoco los mercados pueden asimilar la verdad. Los mercados y los españoles compartimos destino: parece que nos conviene más digerir lo inconcebible que conocer la realidad.

Algo parecido sucede con el tenebroso desarrollo del proceso de lo que sea que se esté procesando con ETA. Las extrañas detenciones de terroristas en Francia, las más extrañas declaraciones de las autoridades galas sobre la imposibilidad de acreditar su carácter de miembros de la cúpula de la banda, las contradictorias manifestaciones de algunos políticos vascos… Me recuerdan a los tiempos de mi infancia en los primeros ochenta, cuando los propios etarras se acusaban unos a otros de «hacerse detener» para ponerse a salvo de las balas de los GAL. Da la sensación de que, o bien se está desmantelando ordenadamente la banda por aquello de que las medidas de reinserción solo se aplican a presos, bien se está aprovechando para recuperar a los infiltrados. En cualquier caso nada que debamos saber, por lo que se ve.

Tampoco debe de ser conveniente que conozcamos exactamente los detalles de nuestra nueva escaramuza con las autoridades del Reino Unido a cuenta de Gibraltar. Basta con agitar nuestro espíritu patriótico que respira por la herida. Pero una vez más, resulta extraño que nuestro gobierno pase de provocar un desaire (la palabra era unánime en la presa británica) de la Reina de España en el jubileo de Isabel II, a una afable comida de los dos ministros de exteriores a la salida de la cual nos confirman que España no ha formulado una protesta formal para no complicar las relaciones ¿en qué quedamos? Quienes acumulamos primaveras suficientes como para recordar la verja cerrada, sabemos que detrás de estas escaramuzas siempre hay una demanda sustantiva de fondo por parte de las autoridades del Peñón y también sabemos que, casi siempre, acaban obteniendo lo que quieren.

Yo creo que sí podemos asimilar la verdad, pero ellos no pueden asimilar que la conozcamos.

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Juan Carlos Olarra

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