viernes, octubre 4, 2024
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La metáfora del fútbol

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Jugó España un partido de fútbol, contra el equipo de un país rescatado. Nosotros, hasta ahora, sólo hemos pedido ayuda para la banca y el Eurogrupo dijo entender la diferencia entre España y Grecia, Portugal e Irlanda. Los irlandeses fueron ayer nuestros rivales – al menos lo intentaron-, aunque, en realidad, no sabemos muy bien dónde está el enemigo y la cosa no está para contar chistes de Gila, aunque todo sea entre absurdo y surrealista. Ganamos el partido con la fortaleza de una selección que, como su propio nombre indica, es un combinado de los jugadores que integran los equipos ligueros que el resto del tiempo rivalizan entre si. Y ganamos, ya les decíamos.

Por eso ayer, que fue el día más duro que ha vivido nuestra economía y nuestra identidad como país desde la existencia del euro y, probablemente, desde nuestra adhesión a la Comunidad Europea, el hecho de ver una selección de españoles luciendo sus insignias en un festival de talento y maestría que habrá apabullado al resto del continente, fue un respiro bajo la tormenta de la prima de riesgo y el fracaso absoluto del liderazgo europeo que, mucho nos tememos, es lo que nos arrastra al borde del abismo.

Creíamos que no podía haber nada peor que el desmantelamiento de algunas de las vigas maestras del estado de bienestar y entonces vino la crisis de los bancos y el rescate financiero, ahora— ¿ahora qué? Ahora resultará que el asunto no estaba en nuestras manos sino que era cosa de…!Grecia!

Hace veinte, treinta o cuarenta años, en Europa era un proyecto que se asentaba sobre pilares de inteligencia, conocimiento e identidad cultural. Bajo los valores de la revolución francesa y la experiencia terrible de las dos guerras mundiales, hombres de talento pusieron en marcha un proyecto alternativo común. Hoy, la absurda voracidad de los especuladores asociada al más rancio absentismo político neoliberal, hacen que la economía productiva y el bienestar social que debían ser las bases de la Europa moderna, se hayan desintegrado entre el confeti que albergan en sus repositorios intelectuales los líderes actuales de esta gran parodia continental en que se está convirtiendo Europa.

El fútbol nos enseñó ayer el valor de unidad, la cohesión y el equilibrio entre virtudes y talentos para lograr un fin común. Carecen de ese sentido políticos atrabiliarios surgidos de las terceras filas de sus partidos, por consunción física de los anteriores, aburrimiento o defenestración burocrática. Tienen más coraje, sentido común y visión de juego cada uno de los jugadores españoles que con ritmo, agilidad y habilidad rematadora, ofrecen la imagen positiva de un país que, mientras tanto, se hunde poco a poco en las arenas movedizas de la peor estrategia especulativa, la falta de decisión europea, la falta de visión en el pasado inmediato y los errores de gestión del tiempo presente.

Deberían aprender de los muchachos de rojo que juegan al balón. Tienen más visión estratégica que todos los gobiernos europeos juntos.

Y que sus equipos de fútbol, sin duda.

Editorial Estrella

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