Lo dije ayer, lo dije hace una semana y lo vengo diciendo hace meses, tal vez, años. El problema que tiene España es la macro-composición de su Estado Autonómico. Y lo es por muchos motivos. Pero, muy especialmente, porque ese astronómico desarrollo ha convertido en residual al Estado en cada una de ellas. Y eso lo saben ya en el mundo entero.
Todo el planeta sabe que hay 17 Españas. 17 caprichos de políticos menores. 17 autonomías manirrotas. Y que Mariano Rajoy no puede con ellas. Que manda poco en ellas.
El Presidente del Gobierno ha hecho reformas importantes. Él creía que eran importantes. Pero, al final, sólo lo cree él y los pocos afectados por ellas. El Presidente del Gobierno ha hecho recortes importantes. Él creía que eran importantes. Pero, al final, se ha visto que sólo afectaban al chocolate del loro. Porque la auténtica reforma está por llegar. Es más, pienso que no la hará. No se atreverá.
Le falta valor. Porque la reforma que tiene que hacer es obligar a los 17 estaditos que conforman España a que devuelvan competencias y sus presupuestos correspondientes para poderlos controlar de verdad. Y eso le llevaría a enfrentarse, incluso, a caciques de su propio partido.
Pero sólo cuando vean en el mundo que el Gobierno Central recupera el control de España y que el Estado deja de ser residual, se acabará el problema. Ahora no nos creen porque, a fin de cuentas, saben que Rajoy manda poco. A veces pienso que el Presidente del Gobierno conoce su debilidad y está como loco porque nos rescaten de verdad ya que entre las obligaciones que nos van a imponer estará la de reformar en profundidad de tanto dislate.
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La sonrisa de la avispa