viernes, octubre 4, 2024
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Una sentencia repugnante

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La sentencia del Tribunal Constitucional que legaliza la coalición independentista Sortu, contradice la decisión del Tribunal Supremo y cuestiona uno de los fundamentos de la lucha contra el terrorismo, aquel en el que se asienta el derecho del Estado de Derecho a protegerse de los ataques organizados contra él en los que se utilizan el crimen, la violencia, la extorsión, el terror y la desmoralización social como herramientas de debilitamiento de la convivencia y de la democracia.

La prensa informará de la distribución del voto de los magistrados en función de su adscripción ideológica y se nos dirá que los progresistas hicieron tal y que los conservadores hicieron cual.

Será una información que viciará aún más la dudosa credibilidad de un órgano de funcionamiento ineficaz y de ilegitima composición en estos momentos puesto que la responsabilidad de tres de sus magistrados ha caducado sin que el Congreso de los Diputados haya sido capaz de renovar, tal y como determinan las leyes, a sus integrantes.

Nuestro Estado tiene derecho a defenderse, porque defendiéndose, el Estado asegura nuestra defensa individual como ciudadanos. El terrorismo ha desarrollado una maquinaria siniestra que ha contaminado durante años a toda nuestra sociedad, se ha aprovechado de los recursos públicos y se ha organizado en las instituciones para profundizar en su política de persecución social de la diferencia, el fanatismo radical político y las estratagemas de limpieza étnica sistemática aplicada lenta pero seguramente en una lógica que nada tiene que envidiar a los fundamentos morales que apadrinaron el salvajismo producido en los años noventa en los Balcanes.

Este falso democratísimo que consiste en hacer oídos sordos a la evidencia para justificar el discurso jurídico en los parámetros puramente legales, es lo que ha llevado a muchas sociedades democráticas a su desintegración objetiva. Ahora que tanto se apela al miedo de lo que ocurrió en los años treinta por la crisis económica, cabe recordar también la estrategia de los nazis para aprovechar los recursos del estado democrático de la república de Weimar para luego implantar, democráticamente, el totalitarismo.

Los nacionalismos son indeseables. Los nacionalismos terroristas son la expresión moderna de aquel totalitarismo nazi. Por tanto, para mí los nacionalistas que sustentan políticamente el terrorismo no son más que nazis con un disfraz de aldeanos vascos. Son asesinos los que disparan y son asesinos los que crean sus instrumentos políticos y los que inspiran ideológicamente los crímenes.

Esta sentencia es una sentencia política inspirada en esa conducta infantil que es el buenismo. Esta sentencia pone en evidencia la falta de consistencia jurídica de nuestros tribunales y la sencillez con la que los políticos manipulan a los jueces dejándonos a todos al pairo de sus intereses, caprichos y componendas. Esta sentencia, por extensión, es el caldo de cultivo sobre el que se fraguan las decisiones corporativas en concomitancia con los otros poderes del estado que derivan en el cierre de investigaciones, la imputación de unos o la desestimación de casos en los que es flagrante la evidencia de culpabilidad de los acusados.

En España la justicia es una quimera. No voy a citar a Valle – cosa a la que acostumbro – estos jueces no se merecen ni siquiera un exabrupto surgido de la genialidad del escritor del 98. Estos jueces merecen mi desprecio y el de todos los ciudadanos de bien.

¿Defenderemos con los mismos argumentos a los partidos neonazis que digan denunciar la violencia? ¿Defenderemos a los partidos racistas si moldean sus estatutos a conveniencia del señor juez cuando todos sabremos que no es más que una pantomima?

Como sabemos que los inspiradores del terrorismo dan por perdida la batalla criminal y se han puesto a trabajar en la dirección del negocio político, pues anticipemos una ayudita legalizando su quiosco pues, aunque sepamos que son los que son, sus intenciones parecen buenas.

Este país se arrodilla indecentemente ante el capricho de los criminales. Y el PP no se diferencia en nada. Sólo en una cosa con respecto del PSOE: Que este defiende lo que defiende de cara, y el PP dice defender lo contrario hasta que gobierna y entonces si te he visto no me acuerdo. En el PP son maestros en negar la evidencia con voz altisonante mientras se está perpetrando lo que se dice que no se va a hacer. Expertos. Ya lo estamos viendo con el rescate.

Esta sentencia del tribunal es una indecencia. El Tribunal Constitucional es en sí mismo un órgano desacreditado e infame. La justicia en España es una ilusión, una quimera.

Hoy me siento derrotado. En nombre del dolor que hemos padecido y de la justicia universal. Hoy, hemos perdido y han vuelto a ganar los nazis.

 

Rafael García Rico

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