Por lo visto, ayer, los funcionarios andaban cabreados con las medidas del Gobierno. Tan cabreados que algunos abandonaron sus puestos de trabajo y se lanzaron a protestar en la calle sin preocuparles los permisos legales de manifestación o el estricto cumplimiento de su horario de trabajo. Pero todo es perdonable. A veces, la indignación, como el humo, ciega los ojos. Algo normal, por otra parte ya que, en caliente, pasan estas cosas.
También llamaba la atención la juventud de muchos manifestantes cuando hace años que no se convocan oposiciones. Pero, tal vez, se debiera a los encuadres de las fotos o a que muchos de esos manifestantes eran parte de la legión de ‘liberados’ sindicales que aún tiene la Administración pública española y que siempre están dispuestos a organizarse con prontitud para defender sus propios derechos.
Lo cierto es que parece que los funcionarios andan indignados. Pero lo que a mí más me sorprende es la falta de solidaridad que algunos están mostrando con el resto de españoles.
Entiendo que estén cabreados con el Gobierno porque les haya quitado la paga extraordinaria de Diciembre. Pero supongo que no han debido caer en la cuenta de que en España hay muchos ciudadanos que ya han pasado por sus mismas circunstancias y no han dicho ni hecho nada. Han entendido que son tiempos de abnegación. A la mayoría de esos españoles hace ya muchos meses que les rebajaron el sueldo y que les suprimieron las pagas extraordinarias.
Y muchos de ellos, pese a haber sacrificado parte de su sueldo y de sus extraordinarias, están ahora en el paro. Porque en las empresas privadas no hay trabajo para toda la vida como en la Administración. Una Administración, por cierto, en la que ya trabaja mucha gente sin haber hecho oposición sino porque estaban en el sitio justo en el momento adecuado.
No voy a entrar en si los funcionarios se manifestaron o protestaron tan ruidosamente cuando Zapatero les rebajó aquel 5%. Aquello es agua pasada. Volver atrás no tiene sentido. Pero sí sería bueno que se reflexionase sobre las circunstancias que están viviendo muchísimos españoles antes de lanzarse a la calle a intentar sostener lo insostenible.
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La sonrisa de la avispa