Cuando expertos fiscales, consultoras antifraude e Inspectores de Hacienda miran hacia el mismo lado, la sensación que queda es la incertidumbre. “Entonces, ¿para qué?” Dicen que sarna con gusto no pica, pero la subida del IVA pica, duele y tras cinco días de reflexión no se le encuentra el gusto. La conclusión de estos tres sectores expertos es la misma: El Gobierno sube el impuesto con la intención de recaudar, pero a mayor coste del producto o servicio, menos consumo. Es decir, un ‘más’ (IVA) por ‘menos‘ (consumo) que da como resultado; cero. Y aquí sí, “entonces, ¿para qué?”.
Puede que la intención del Ejecutivo sea buena y hasta se le reconozca una cierta lógica, pero hasta el más llano del pueblo saca la misma conclusión cuando coge un periódico o enciende el Telediario: “A partir de septiembre compraré menos porque el dinero no dará para más”. Esa disminución del consumo que crece a pasos agigantados es el peor enemigo de la subida del IVA. La medida puede quedar reabsorbida por la propia medida. Un dato desesperanzador que se une a la desesperación de qué hará el español y el empresario.
Como publica este martes ESTRELLA DIGITAL, se estima que el pasado año España defraudó 18.000 millones de euros de IVA. Desde luego una subida del impuesto como la actual, pasa del 18 al 21%, no alienta si no a imaginar que los datos de 2012 serán peores y con razón.
Pero defraudar este impuesto no es sólo cosa de grandes empresas. Defraudar este impuesto está al alcance de muchos. Es cierto que es el consumidor final el que se ve obligado a pagar más por entrar al cine o comprar maquillaje, y, a diferencias de las empresas no se lo puede deducir, pero es también es el consumidor final el que escuchará por duplicado esta pregunta cuando se disponga a pintar la casa, a comprar materiales para una obra, contratar un abogado o pagar un alquiler, «¿con factura o sin factura?».
La respuesta que apetece dar está clara. Pero hay que tener en cuenta que con esos 18.000 millones de euros estafados en 2011 se podría haber pagado hasta 5 veces el gasto de la Sanidad en España. En la mano de todos está que no siga aumentando esa cifra, ni que el Estado se vea obligado a seguir recortando el salario de los funcionarios, las ayudas del alquiler o el número de horas de los cirujanos para operar.
Editorial Estrella