La izquierda española anda agarrada a un clavo ardiendo, desde hace semanas, intentando buscar su razón de ser. Y esa agarradera es el todo vale de la sanidad gratuita y universal. En la barra libre sanitaria. En la sanidad sin restricciones. En el que se encuentre mal que la reclame. Y da igual venga de donde venga. Tan es así, que ha perdido la sindéresis.
El PSOE, disipado ideológicamente en el post zapaterismo, ha encontrado en la sanidad gratuita y universal algo con lo que luchar contra el PP, al que le encanta quitar derechos a los españoles, según su ínfima visión. No se puede ser más simple…
Y el caso es que eso de defender la sanidad total está muy bien como bandera de enganche. El problema es que no hay dinero y, previsiblemente, no lo habrá para llevarla a cabo. Y como no se pueden fabricar billetes, que es lo que siempre le ha gustado, y nadie nos lo va a dejar si no pagamos las deudas que tenemos, ya me contarán qué se puede hacer.
Lo único razonable que se puede hacer es tomar medidas de ajuste. Parar el gasto. Y para ello y entre otras cosas, el Gobierno ha decidido la limitación de esa sanidad gratuita a los inmigrantes en situación irregular. Como en casi todos los países de Europa. Es algo penoso pero la sanidad en España es ya limitada y no puede con todo el gasto.
Porque la realidad de la sanidad española es que ya no paga a sus proveedores y que acumula una deuda, a finales de 2011, cercana a los 17.000 millones de euros. 17.000 millones de euros, repito. Y subiendo. Y como no se tomen medidas, en cualquier momento, se producirá el colapso total y no habrá dinero ni para gasas.
Según datos de Hacienda, los recursos destinados a Sanidad representaron, en el período 2007-2010, el 36,1% del gasto total previsto en los PGEs y esa es una cifra insostenible se ponga como se ponga esta izquierda que sólo busca titulares de prensa.
Pero, en lugar de luchar por intentar lograr un pacto por la sanidad, la izquierda española se ha radicalizado cuando se le ha hablado de recortes a inmigrantes irregulares. Sabe que no hay dinero para atenderlos pero le da igual. Aquel buenísimo que inventó Zapatero como eje de su política despilfarradora sigue anclado en sus adentros.
Y como, además, la sanidad está transferida, la cosa se multiplica por 17. Una calamidad.
En definitiva que aquí de lo que se trata es de hacer demagogia gordillista, tan de moda en estos días, en lugar de aplicar el sentido común.
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La sonrisa de la avispa