No todo son malas noticias. No todo es desespero en esta España del agobio y la desmesura que apenas nos deja respirar.
Pese a que una pandilla de gandules y aprovechados, comandados por un caradura, andan atropellando la Marca España por una Andalucía avergonzada y el resto de España atónito, que no entiende cómo es posible que ninguna autoridad pare los pies a tanto desmán, resulta que nuestro país recibió, en el mes de julio, 7,7 millones de turistas internacionales, lo que supone un incremento del 4,4% respecto al mismo mes del año pasado, según el dato que se acaba de conocer. Dato que resulta ser el máximo histórico en la serie mensual de llegadas y que afianza la tendencia positiva seguida a lo largo de todo el año. Y eso significa el ingreso de miles de millones de euros y la creación de miles de puestos de trabajo. Es más, según todos los parámetros económicos, la industria turística es lo que nos está sosteniendo en esta difícil situación.
Ante este dato, la pregunta es: ¿somos los españoles conscientes de esta riqueza y de las posibilidades que tiene España en el sector turístico? Sobre todo pensando que, en este momento, se está buscando una economía alternativa que resuelva los problemas derivados del estallido de la burbuja inmobiliaria y nos haga salir de la crisis porque no todo pueden ser recortes.
Y estamos hablando de los resultados de un modelo turístico basado, prácticamente, en el sol y la playa. ¿Qué pasaría en España si, además del sol y la playa, nos dedicáramos de verdad a explotar todos los demás recursos que tenemos? Pero de verdad, no de la manera snob que lo hacemos. Recursos que van desde los histórico-artísticos a los gastronómicos pasando por los medio ambientales o, simplemente, de ocio…
Posiblemente, vendría algún ex presidente del Gobierno que lo descalificaría con insultos como hizo Felipe González con el proyecto Eurovegas pero, al margen de la demagogia propia del personaje, seguramente, estaríamos creando una gran riqueza que haría aumentar los puestos de trabajo a la enésima potencia. Puestos de trabajo que no necesitarían una gran especialización y que acogerían sin problemas a los ciudadanos que ha dejado en paro el ladrillo y que tienen escasa formación académica.
Como es natural, no todo tendría que ser turismo en ese nuevo modelo. Basado en la industria turística, la idea buscaría crear en España la California de Europa.
En una Unión Europea real, sería una opción muy positiva asumir el papel que tiene California en EEUU. Porque, aparte del turismo, España podría aportar agricultura e investigación energética a esa unión. Algo parecido a lo que hace el estado americano del Pacífico en USA. Porque, afortunadamente, las condiciones climatológicas españolas lo favorecen.
Pero me temo que el condicionamiento seudo-industrial, tan arraigado en gran parte de la sociedad española, y la mentalidad orgullosa del resto lo hará inviable. El espíritu de El Buscón de Quevedo sigue vivo entre nosotros… Demasiada soberbia. Una pena.
La Avispa- Estrella Digital
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