El nuevo fracaso de una huelga general en España tiene que hacer reflexionar al sindicalismo español y, muy especialmente, al sindicato unitario UGT-CCOO, si no quiere verse abocado a la marginalidad ya que, con lo demostrado en los últimos años, está perdiendo todo el apoyo de la ciudadanía española. Es más, si nos atuviésemos a los resultados cosechados ayer, pareciera que la gran mayoría del pueblo español está a favor de las medidas del Gobierno Rajoy. Un desastre.
Y es que el sindicalismo español vive en una huida constante de la realidad. Sigue anclado en aquel Pensamiento Alicia del Olvidable ZP y creyendo que España es un país en el que no ha pasado nada en los últimos años. Un país que no necesita recortes, ni bajadas de sueldos, ni subida de impuestos, ni supresión de subvenciones…
La realidad es que España está pasando una crisis como antes no se había conocido
Para este sindicato casposo y carca, que basa su poderío en la violencia de sus piquetes., aquí no pasa nada. Aquí no se debe dinero. Ni hay que pagar intereses. Aquí la prima de riesgo no existe. Y, además, el Gobierno es un canalla porque no le da a la maquinita de dinero por las noches. Es más, sigue creyendo que los empresarios son unos tipos rechonchos con chistera que fuma puros y le echa el humo a la cara de los trabajadores, como se dibujaban en la prensa a primeros del siglo pasado, y a los que hay que crujir a impuestos.
Pero la realidad es otra. La realidad es que España está pasando una crisis como antes no se había conocido, que el mundo ha cambiado y que las huelga generales han muerto hace tiempo. Entre otras cosas, porque es imposible llevarlas a cabo si los sindicatos no pueden controlar internet. De poco sirve intentar obstruir la entrada de las empresas con piquetes violentos si cada día existe más el puesto de trabajo domiciliario…
¿Cómo puede el sindicalismo español actual controlar a grupos, cada vez más numerosos, desvinculados de las sedes empresariales? Y me refiero a los parados, a los autónomos o los pensionistas por poner tres ejemplos…
¿Cómo puede intervenir en la atomización empresarial, cada día mayor en España, y en la que las empresas son más pequeñas a causa de la externalización de los servicios, por poner otro ejemplo?
¿Cómo puede interesarse por los inmigrantes ilegales, por las empleadas del hogar o por los trabajadores contratados en precario si ellos no quieren que se les reconozca?
¿Qué política van a seguir para aumentar la afiliación de trabajadores, que cada día es más escasa?
¿En nombre de quién van a negociar en un futuro cercano si las grandes empresas ya tienen sus propios sindicatos?
¿Cuándo van a entender que ya pasaron los tiempos en los que los sindicatos estaban unidos a los partidos políticos e, incluso, le hacían el trabajo sucio?
Demasiadas preguntas que necesita responder un sindicalismo español absolutamente obsoleto, que necesita refundarse.
La Avispa-Estrella Digital
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