Que las Comunidades Autónomas y numerosos ayuntamientos han dejado de nuevo de pagar a sus proveedores creo que es algo que está en el conocimiento de todos. Todos hemos escuchado las quejas de farmacéuticos, pongo por caso.
Esa es quizá la explicación para que el Fondo de Liquidez Autonómico en 2013 suba hasta los 23.000 millones su presupuesto, cuando en 2012 su cifra real dispuesta ha estado entorno a 12.600 millones. Hay que hacer frente a las facturas que se han quedado en los cajones de nuevo.
Guardar las facturas en un cajón es una mala praxis que ha arraigado hace mucho en la administración local y autonómica
Tanto es así que algunos medios, yendo más lejos, señalan que esta técnica estaría sirviendo para camuflar un 1% de déficit que habría que reconocer en 2012, lo cual haría saltar todos los compromisos con Bruselas. Desde el Ministerio de Hacienda se ha negado este extremo aunque las noticias que llegan desde la administración local indican que continúa vigente esa práctica.
Ya se utilice esa técnica para demorar los pagos «ad calendas graecas» y además para pasar los gastos de un ejercicio a otro, o sólo para lo primero, el procedimiento de guardar las facturas en un cajón, es una mala praxis que ha arraigado hace mucho en la administración local y autonómica española.
Y creo que es una forma de proceder que hay que atajar cuanto antes, ya que es como hacerse trampas al solitario pero con el dinero de todos, a los que encima nos ocultan su verdad de malos gestores y que, al mismo tiempo, sirve para hundir empresas que no cobran por los trabajos efectuados.
Al analizar esta situación me vienen dos cosas a la cabeza. La primera es que pese a todos los esfuerzos que estamos haciendo los españoles, de buena o mala gana, parece que lo de reducir el tamaño de la Administración sigue aparcado esperando a no se sabe bien qué, cuando lo cierto es que cuanto más se demore más se demorará la salida del túnel.
Y la segunda, es que pese a que Autonomías y Ayuntamientos tienen su normativa en cuanto a cumplimiento presupuestario, sus interventores y sus tribunales a los que rendir sus cuentas, (cuando lo hacen, que no es siempre), al final todo es una gran farsa en la que todo vale y en la que ante los incumplimientos y la mentiras, nunca pasa nada ya que forman parte del sistema.
No estaría de más aplicar el empleo de la auditoría independiente a la hora de rendir cuentas
Por ello, el hecho de acumular facturas sin pagar y sin reconocer en las liquidaciones de los presupuestos, pasándolas de un año a otro y a otro y a otro, hasta que la bola es tan gorda que tiene que intervenir el Gobierno Central para que se paguen, no produce responsabilidad alguna en quien comete tal desatino. ¿Cuántas Pymes se han hundido por estas prácticas? y ¿Quién ha asumido la responsabilidad de los hechos? la respuesta es nadie.
Creo que, además de la reducción de tamaño que precisa la administración española, no estaría de más aplicar algo de lo que ya tiene la empresa privada en este país desde hace mucho tiempo y que es el empleo de la auditoría independiente a la hora de rendir cuentas del cumplimiento presupuestario.
Creo que las corporaciones de auditoría y los auditores de este país podrían desarrollar una gran labor en colaboración con los organismos públicos existentes e implicados, con el objetivo de erradicar esta práctica tan perniciosa para la economía y la estabilidad de nuestro país y que tanto daño nos ha hecho y continúa haciendo.
Y lo digo porque creo que no hay nada peor que engañarse uno a sí mismo.
José Luis Martín Miralles-Estrella Digital
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