miércoles, noviembre 27, 2024
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Después de Chávez, la democracia

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Hace un año ya era previsible un desenlace fatal de la enfermedad que padece Hugo Chávez. Aun así, el presidente mantuvo la ficción de una milagrosa recuperación que le permitiría terminar su mandato y afrontar uno nuevo. Así lo hizo, se presentó a las elecciones y bajo condiciones de evidente desigualdad técnica y política batió al candidato moderado, Capriles, propuesto por una amplia coalición de partidos y fuerzas sociales opositoras.

Chávez anuncia que el mal que le aqueja se ha reproducido mediante la extensión de “células” malignas

Los resultados de las elecciones no dieron lugar a equívocos, y Henrique Capriles reconoció su derrota. Ahora, Chávez, tras una extraña desaparición de varios días, anuncia que el mal que le aqueja se ha reproducido mediante la extensión de “células” malignas. Como en una suerte de monarquía electiva y siguiendo la tradición más deplorable del caudillismo latinoamericano, ha señalado a su vicepresidente como “heredero” y ha pedido el respaldo popular para una sucesión automática.

Es posible que la legalidad chavista permita semejante transición del poder, pero no es menos cierto que la proximidad de las elecciones celebradas y el evidente engaño fraudulento que inspiraba su candidatura, exigen una salida diferente al post chavismo. Hugo Chávez nunca debió de presentarse en estas circunstancias y es por eso que es inaceptable desde un punto de vista democrático la imposición de un candidato sin el carisma del líder y protegido bajo su ala cuando la oposición se presentaba con una extraordinaria fortaleza sólo teniendo enfrente el carisma del líder hoy enfermo terminal.

Es un mal de las democracias del que no parece ajeno ya ningún país utilizar todo tipo de trucos y trampas para torcer la voluntad popular.

Candidatos con programas ocultos, candidatos con recambios ocultos, dimisiones anticipadas que permiten el gobierno de oros sin la legitimidad de las urnas y todo tipo de tretas que tuercen el significado de un proceso electoral democrático son hoy una evidencia palmaria en Venezuela, si bien es cierto que el mal se extiende como la pólvora en estos tiempos en los que parece que el pensamiento popular y la capacidad de decisión de los electores se manipula conscientemente en beneficio de un resultado electoral beneficioso.

El viaje chavista no ha llevado a Venezuela a ninguna parte

El viaje chavista no ha llevado a Venezuela a ninguna parte. Hoy, el país es más pobre y la clase media se encuentra amenazada; las libertades son una quimera y la expectativa de cambio generada por Capriles era un bien nacional para salir de un régimen inaceptable desde todo punto de vista ya sea moral, intelectual o político.

Venezuela necesita un cambio pacifico. Eso no implica retrotraerse al régimen anterior, tan corrupto como este, del bipartidismo «copeista» y «adeco». Conviene ensayar una fórmula de reconciliación nacional, primero, y después un proceso pluripartidista que devuelva la confianza en el país y sus posibilidades aprovechando riquezas naturales y oportunidades de un continente que emerge en medio de la brutal crisis que asola a los europeos.

Editorial Estrella

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