Josep Antoni Duran i Lleida es un político moderado. Nacionalista pero moderado que ya es rara la cosa. Su discurso ponderado, al viejo estilo de los políticos conservadores españoles, ha sido el claro eslabón entre los taimados (ahora cerriles) nacionalistas del Clan de los Pujol y el Gobierno de España. Incluso, su vieja aspiración ha sido siempre ser ministro de España a la manera de Cambó. Tal vez porque su catalanismo se entronca directamente con la Corona de Aragón a causa de su nacimiento en el oscense pueblo de Alcampell. Es más, su responsabilidad como Presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores en el Congreso de los Diputados no sea más que una alegoría de su permanente intento de concordia.
Por eso no se entiende que, de pronto, se haya echado al monte del catalanismo cerril y haya atacado al Ministro José Ignacio de Wert de perpetrar el peor ataque que, desde la muerte de Franco, ha recibido el catalán, al tiempo que ha pedido su dimisión cuando lo único que quiere el ministro español de Educación es que se cumpla la ley en Cataluña.
El virus independentista que lo asola todo en Cataluña ya ha contaminado también al partido de Duran i Lleida
¿A qué se ha debido, entonces, esta salida de pata de banco? Sencillamente, a que está obligado por las circunstancias adversas que se están produciendo dentro de su propio partido y que están obligándole a rectificar su discurso hacia el cerrilismo reinante.
Y es que mientras que el Clan de los Pujol está llevando a cabo lo que consiguió aprobar, en el 16º Congreso de Convergencia Democrática de Cataluña del pasado mes de marzo y que era la construcción de un Estado propio para Cataluña que tapase el olor a corrupción que desprende el Clan, en el 25º Congreso de Unión Democrática de Cataluña, celebrado dos meses más tarde, se apostó por mantener la relación actual con España, en esa mezcla de Estados confederal, federal o asimétrico. Y esa disyuntiva entre socios estaba abocada a graves problemas. Ya los hay. El virus independentista que lo asola todo en Cataluña ya ha contaminado también al propio partido de Duran i Lleida y se está pidiendo que se cambie de opinión, acercamiento a las tesis soberanistas y que se entierre el modelo que defendió en sede congresual hace solo cuatro meses. Y eso está obligando a Duran a radicalizar su discurso. Porque, de lo contrario, se corre el riesgo de ruptura de la coalición y eso haría que Unión Democrática se quedase colgando de la brocha, ya que no debe olvidarse que siempre ha tenido vocación de partido satélite, tiene una base ideológica muy débil y ha conseguido vivir muy bien en los últimos 34 años como partido rémora del Partido del Clan de los Pujol.
Por eso, me extrañó el ataque de la Vicepresidenta del Gobierno a Duran i Lleida en la rueda de prensa posterior al último Consejo de Ministros para defender a Wert. Lo que tendría que hacer el Gobierno y el PP es tender puentes a Unión Democrática y por supuesto, a su líder. Primero para romper la coalición. Y después para coaligarse con ella y aumentar su nicho electoral en Cataluña. Como hizo con UPN en Navarra o con UV en la Comunidad Valenciana. Tendría muchas ventajas.
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