El pasado martes nos desayunábamos con la publicación de los datos de desempleo a cargo del Ministerio de Empleo y Seguridad. Y, para variar, los resultados fueron desastrosos aunque no sorprendentes si ejercitamos la memoria y recordamos la última Encuesta de Población Activa (EPA) que ya comenté en su momento. Según las cifras publicadas por la cartera que dirige Fátima Báñez, las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SPEE) han inscrito a 74.296 desempleados durante el pasado mes de noviembre. Esto es un incremento del 1,5 % respecto a octubre y supone una nueva y triste plusmarca para España que supera los 4,9 millones de personas sin trabajo.
La reforma laboral aprobada por el Gobierno aún no consigue detener la sangría del empleo en España
En opinión de las fuentes ministeriales, el aumento se debe, en gran medida, a la extinción de los convenios especiales obligatorios de los cuidadores no profesionales de personas dependientes. Aún admitiendo esta matización, los datos siguen siendo desastrosos y la reforma laboral aprobada por el Gobierno aún no consigue detener la sangría del empleo en nuestro país.
Por si no fuera poco, lo más triste es que las cifras ofrecidas no son reales. Hay más de 4,9 millones de desempleados en España. Según la última EPA, casi 5,8 millones. Sí, efectivamente, un millón menos. Y todo ello gracias a un enjuague estadístico creado por el anterior ejecutivo y mantenido por el actual, en el que se excluyen del número de desempleados a diferentes colectivos. Entre otros, no constan como parados los perceptores de prestaciones por desempleo que participen en trabajos de colaboración social, los demandantes de empleo coyuntural por un periodo inferior a tres meses, aquellos cuya jornada laboral semanal no supere las 20 horas, los que estén cursando estudios oficiales o se encuentren apuntados a cursos de formación financiados por el SPEE, los trabajadores beneficiados del subsidio agrario que perciban la prestación por desempleo y un largo etcétera. De ahí la notable diferencia entres los resultados ofrecidos por ambos estudios estadísticos.
Que conste que, en esta columna semanal, he apoyado las medidas acertadas y he propuesto alternativas frente a aquellas cuya aplicación considero errada. Pero, en honor a la verdad, es imposible salir, con garantías de futuro, de la crisis en estas condiciones. Camino del abismo, el español de a pie se hace numerosas preguntas: ¿cómo vamos a resolver nuestro problema estructural del desempleo si las cifras no son exactas? ¿Cómo debe promoverse la creación de empleo si la Encuesta de Población Activa y los datos de los registros del SPEE son diferentes en casi un millón de personas? ¿Sobre qué datos trabaja el gobierno, los de la EPA o los del SPEE? ¿Por qué se publican unos resultados maquillados? ¿Qué necesidad hay de gastar fondos públicos en realizar dos estudios con idénticos fines y, para más inri, siendo uno de ellos alterado en sus conclusiones? ¿Alguien va a dignarse a respondernos estas preguntas?
Gorka Labarga-Estrella Digital
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