jueves, octubre 3, 2024
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Dimisones, escrúpulos y desvergüenza

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Familias políticas que son clanes, con patrimonios personales desmesurados, ocultos en el extranjero, y apellidos ilustres con cuentas en paraísos fiscales; estirpes familiares dedicadas, de siempre, a la política haciendo caja cuando se dan la vuelta y terminan de ensalzar a la bandera. El círculo se cierra también en Catalunya y en Madrid, Güemes dimite aunque, como siempre, no haya razón para hacerlo. Parece que los políticos que dimiten cuando los pillan nos hacen un favor al dejar sus cargos, nos quieren ahorrar disgustos, y cogen la puerta y se largan. Todo huele a podrido.

Esto debe ser un nuevo ‘dimisionismo’ doctrinario: se hace aunque hacerlo carezca de fundamento

Es el caso de Villanueva que sin ser responsable de nada y con la conciencia muy tranquila – cinco chicas muertas – nos sorprendió con un repentino ataque de ‘dimisionismo’ y se fue. Ahora, Güemes dice que todo está en orden, que es correcto, legal, ético y estético en el caso de su pertenencia a un consejo de administración de una empresa beneficiaria de contratos de servicios privatizados de la sanidad pública, pero va y dimite. Esto debe ser un nuevo ‘dimisionismo’ doctrinario: se hace aunque hacerlo carezca de fundamento, porque se ha hecho doctrina de ello. Se puede terminar imponiendo la dimisión ‘espontanea’: solo hace falta que los pillen, haya ruido mediático y dimisión al canto.

Qué habrá o no habrá en los paraísos fiscales con la firma Pujol; pero todo será correcto, nos dirán, por activa y por pasiva, como Duran i Lleida, y las cuentas de Unió, aunque tenga que ir a la cárcel o paguen para no hacerlo cuando el carrito del helado ha sido descubierto en el trastero, o en el garaje junto al Jaguar. Cómo es posible que los políticos nos vociferen en los mítines, nos gobiernen con sus medidas y nos roben con tal descaro con sus decisiones, con hijos mochileros cargando billetes de quinientos, transfiriendo servicios públicos a empresas que luego los contratan, adjudicando contratos en exclusiva a amiguetes de la farándula, etc. Nos toman por bobos. Y debemos serlo.

Los políticos de este país están y viven bajo sospecha

Esto confirma que no hay escrúpulos, que los políticos de este país están y viven bajo sospecha, y que les da igual: la dignidad en España es un bien escaso, un residuo. Sus actos de resignación del empleo o tienen que ver con lo que pueda acabar sabiéndose de más o con un cese oculto por un velo de falsa elegancia o cortesía.

La llamada casta política tiene muchas razones para tratar de cambiar su comportamiento, unas son jurídicas, o deberían de serlo, pero otras son morales y tienen que ver con el hastío que impregna la conciencia de muchos españoles que, cualquier día, se van a echar a la calle. Y con razón. Y contra tanta desvergüenza.

Editorial Estrella

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