viernes, octubre 4, 2024
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Dobles inmorales

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Los hijos de Jordi Pujol han demostrado una vez más que los clásicos de la literatura tienen tal condición por la vigencia perpetua de su mensaje. Resulta que los vástagos del que sigue siendo una especie de líder espiritual del nacionalismo catalán nos alertan de la posibilidad de que determinadas conductas indecentes a ellos atribuidas (malversaciones, fraudes fiscales, blanqueos de capitales) hayan sido cometidas en realidad por una suerte de dobles o alter egos, que comparten con ellos apariencia e incluso nombre y dos apellidos, pero de cuyos horribles actos no pueden ser asumidos por los nobles herederos de la corona de CIU.

Es inevitable evocar la elegante prosa de Oscar Wilde y su historia sobre el retrato en el desván que asumía las atrocidades del joven Gray o la más inquietante y trepidante narrativa de Stevenson en el extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde y comprobar cuán antiguo es ese oculto deseo de que nuestros actos más abyectos y vergonzantes puedan ser atribuidos a nuestro otro yo, que se nos parece pero al cual no controlamos. Una suerte de esquizofrenia voluntaria que solucionaría los problemas morales y de conciencia, la cual algunos han querido enraizar en las teorías del Dr. Freud acerca del inconsciente.

Un doble del diputado nacionalsocialista Tardá el que se manifestaba por las calles de Bilbao diciendo defender a las víctimas

En esta línea, puede que fuese un doble del diputado nacionalsocialista Tardá el que se manifestaba por las calles de Bilbao diciendo defender a las víctimas cuando apoyaba directamente a los verdugos. Tal vez un clon de Federico Mayor Zaragoza ha decidido suscribir un documento en apoyo de los que están en el lado del que proceden las balas en vez de en el lado de las cabezas en las que éstas acaban alojadas. Seguramente no fueron Pilar Bardem ni Willy Toledo los que suscribieron el mismo manifiesto escupiendo una vez más su indignidad sobre la memoria de las víctimas, sino unos miserables (distintos de los de Víctor Hugo) que se les parecían mucho y se llamaban igual. Es probable también que no sea el asesino Bolinaga el que alardea en libertad del sufrimiento por él causado, sino una especie de fantasma del citado pistolero. En este caso tenemos más motivos aún para pensarlo, ya que el tal Bolinaga decía ser un pobre enfermo moribundo que tenía que salir de prisión para fallecer en paz (a diferencia de sus víctimas), y el matón que alardea de sus hazañas aparenta gozar de una condición notablemente mejor. No es descartable que un hombre similar al Ministro del Interior y apellidado Fernández Díaz esté mintiendo abiertamente al hablar de la rendición de ETA mientras los prebostes de la banda se reúnen en Escandinavia con verificadores, facilitadores y otros parásitos del dolor ajeno para cerrar los términos de su vuelta a casa.

Claro que puestos a cultivar la teoría del alter ego y volviendo a los clásicos de la literatura, sería más útil tener otro yo que nos aportase algo positivo, como el Wilkie Fantasma que habría escrito la fructífera novela La Piedra Lunar mientras el editor y amigo de Charles Dickens a quien todos atribuimos su autoría dormía plácidamente. Lo malo es que, al parecer, el Wilkie Fantasma solo existía en la portentosa imaginación de Wilkie Collins, debidamente animada por las enormes cantidades de láudano que consumía.

Si esta columna no les ha gustado, tengan claro que la escribió otro Juan Carlos Olarra, un tipo que se me parece, pero con un talento notablemente inferior al mío.

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Juan Carlos Olarra

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