Llevamos años soportando la desgraciada gestión de las situaciones de crisis en las infraestructuras. No sabemos a qué se debe. Cuando había bonanza económica, la desastrosa gestión de la socialista Álvarez al frente de Fomento nos dejó en evidencia ante los copos de nieve. Antes había pasado con Arias Salgado, y después pasaría con el imputado José Blanco.
De nada sirven las alertas si el operativo funcional no actúa con diligencia para prevenir situaciones indeseadas
Ha vuelto a nevar en Madrid, una nevada de escasísima cuantía, y la realidad ha vuelto a convertirse en una pesadilla atroz. Más de cien kilómetros de atascos, colapsos viarios y un largo etcétera que descompone la credibilidad de una ciudad, capital del reino, atrapada en el juego insoportable de los conflictos competenciales y la evasión de responsabilidad señalando siempre culpables a terceros en escena. Ahora, en la crisis, no despedimos definitivamente de un buen hacer.
Esta nimia nevada fue advertida por la Agencia Nacional de Meteorología, y a diferencia de otras situaciones dantescas se supone que habría condiciones suficientes para impedir un efecto negativo sobre la movilidad en la región madrileña. De nada sirven las alertas si el operativo funcional no actúa con diligencia para prevenir situaciones indeseadas. Pero, como siempre, el caos se ha apropiado de la capital y de su conurbación.
¿Es responsabilidad del Ministerio de Fomento? ¿Cuál es la responsabilidad de la Comunidad de Madrid? Hace pocos días conocíamos la existencia de un municipio en el que tres máquinas quitanieves de distintas administraciones se disputaban la competencia de actuar sin que, finalmente, ninguna lo hiciera. Esta parodia de la administración no es una gracia ajena a nuestra realidad, sino que es, desgraciadamente, el pan de cada día. Y peor en los días que nieva.
Editorial Estrella