La realidad es poliédrica según se desprende de los análisis que los dirigentes políticos hacen en los debates parlamentarios. Hay visiones diversas, afortunadamente, puesto que estamos en democracia, y lo que sucede es que no hay puntos de confluencia, sino sólo de fuga. Por eso sucede que los enfrentamientos dialécticos de los dos líderes obligan a reconocer, más allá de su utilidad, que no hay manera de que aúnen voluntades en defensa de intereses generales o que acepten errores y rectifiquen.
No hay manera de que aúnen voluntades en defensa de intereses generales o que acepten errores y rectifiquen
Rajoy no sucumbió al debate, ni mucho menos: seguramente se impuso, porque su punto de partida era terriblemente dificultoso. Quienes pensaban en un paseo de Rubalcaba se equivocaron. El líder del PP debió evocar, antes de subir a la tribuna, los prolegómenos del Congreso de Valencia, y con ellos la autoridad que posee en su partido para que esto le sirviera de doble trampolín – dándole confianza y atribuyéndole capacidad – para enfrentar una nueva situación adversa. Y así lo hizo.
Le ayudó, en gran medida, que su contrincante, por más que quiera construir un ataque dialéctico con credibilidad, está preso de su propia doble realidad: la de su pasado en el ejercicio del poder en las instituciones, en su partido y en el país – siempre sujeto a la polémica-, y la de su debilidad para conectar con un país al que quiere representar y que se siente muy distante de su liderazgo. Por eso su esfuerzo dirigido a sus votantes empleando mensajes cargados de “sentimiento”.
En estas circunstancias digamos que Rajoy se viene arriba y que Rubalcaba no logra sobreponerse a sí mismo en la necesidad de “conectar” con un electorado que huyó del PSOE hace un año y que apenas confía en él un año después. Rehén desde otro prisma.
Y eso es lo que ha pasado, además del clásico agrio debate y la no menos clásica batería de medidas, voluntariosas y optimistas que, siempre sucede así, terminarán por dormir el sueño de los justos junto a programas electorales y promesas incumplidas por todos en otro tiempo anterior.
Editorial Estrella