Mientras muchos empresarios que pagan sus impuestos y cumplen con sus obligaciones fiscales asisten angustiados a las incertidumbres que provienen de Bruselas y a la confusión que se provoca desde el Gobierno de España, la cadena interminable de corrupciones continúa su infinita progresión minando la moral y la conciencia de las personas que cumplen con sus deberes de ciudadanos al frente de sus honrados y dificultosos negocios.
Con la situación que están atravesando, miran con recelo y rabia los datos que se divulgan de los enredos estafadores del expresidente de la CEOE o de su vicepresidente que, como todo el mundo, debe tres millones de euros a la Seguridad Social, una bagatela de nada, y se reafirma en su honestidad, él que ha cosechado beneficios siempre públicos de concesiones y contratas para luego pagar, presuntamente, en B a sus empleados y eludir el pago de sus obligaciones con el estado.
No sabemos cómo va a acabar esto, pero sí sabemos que el siniestro juego de los comportamientos mafiosos es sinceramente insoportable
Bárcenas declarando y Urdangarín declarando. No declaran todavía los políticos afectados que se hacían la foto con la representación de la Casa Real, y que luego untaban al facilitador de semejante evento con contratos y otros emolumentos sin causa que los justificare. Pero declararán, si no al tiempo.
Y, claro está, la oscura historia de la contabilidad opaca del partido del Gobierno y la trama de los presuntos sobresueldos, traídos y llevados como amenaza y chantaje de un sujeto que asustaría con su sola presencia a cualquiera.
Chantaje y protección, dos cláusulas del relato de este fin de semana y que hunde sus tentáculos en esta otra que ahora avanza. No sabemos cómo va a acabar esto, pero sí sabemos que el siniestro juego de los comportamientos mafiosos es sinceramente insoportable. Y si no, a qué les recuerda la declaración del yerno exonerando a ‘la familia’. En el lenguaje de la calle eso se llama ‘comerse el marrón’.
Editorial Estrella